disputa del poder universal. El ateísmo es el primer paso para la satanización del
mundo. Por desgracia, el triunfo del satanismo equivaldría a nuestra eterna
perdición, condenados entonces a subsistir en este infierno por medio de
reencarnaciones.
—Que Dieu nous préserve!
—Adiós, señora. Adiós, señor. En otra ocasión más propicia seguiremos hablando
de este tema que debería preocuparnos a todos.
Con pasitos saltarines, el doctor Gandulfo salió del departamento.
—Reencarnaciones! —exclamó Quique, elevando los brazos al cielo—. Lindo
porvenir. Tal como nos comportamos, imaginate, un escalafón al revés de los
militares: empezás como mariscal y en una de esas trabajás de perro de una
coronela. Y con la burocracia que debe de haber. Un tipo muere, le parece oír que
pasa a la categoría de berberisco, se pone en la cola, espera dos o tres siglos,
cuando llega al mostrador consultan los libros, revuelven todo. Total, que el sujeto
se equivocó, oyó mal, tenía que haber ido a la cola de los berberechos. Bueno,
Bebuchka, yo también me voy. Este profesor me ha llenado de preocupaciones. Por
de pronto voy a comer mi porción diaria de lechuga. Es sagrada, no la dejaría por
nada del mundo. Y vos dejá de una vez ese whiskacho o vas a descender a la
categoría de berberecho.
Inclinándose en la dirección de Sabato dijo "Maestro" y se fue.
—Payaso!
—Es un buenísimo tipo, un amigo de Mabel.
—No me refiero a ese pobre hombre.
Se levantó, miró distraídamente algunos libros en la biblioteca.
—Pobre infeliz. Como si el autor de EL MATRIMONIO PERFECTO tratara de explicar a
las amas de casa con frigidez los inventos sexuales de Sade. Y ustedes pasándose
de vivos. Riéndose. El diablo puede quedarse tranquilo. Juega con la verdad. Hace
reír con pobres diablos como éste.
—Me vas a decir que el Dr. Gandulfo está anunciando una verdad teológica.
—Por supuesto, estúpida! Ustedes se ríen de las lechuguitas, pero en lo esencial
está en lo cierto. Recordás lo que decía Fernando?
—Fernando Cánepa?
Sabato la miró con severidad.
—Te hablo de Fernando Vidal Olmos.
Beba levantó los brazos y dirigió sus ojitos al cielo, con divertido asombro.
—Lo único que faltaba. Que cites a tus propios personajes!
—No veo por qué no. Dios fue derrotado antes del comienzo de los tiempos por el
Príncipe de las Tinieblas, es decir, por lo que luego sería el Príncipe de las Tinieblas.
Te estoy hablando con mayúscula, te lo advierto.
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