—No hay necesidad, te conozco. Pero no es exactamente lo que estaba predicando
el profesor Gandulfo.
—Dejame ahora tranquilo con ese infeliz. Hay varias posibilidades, comprenderás.
Una vez derrotado Dios, Satanás hace circular la versión de que el derrotado es el
Diablo. Y así termina de desprestigiarlo, como responsable de este mundo
espantoso. Las teodiceas que luego inventan esos teólogos desesperados son
acrobacias para demostrar lo imposible: que un Dios bueno pueda permitir que
haya campos de concentración donde muera gente como Edith Stein, niños
mutilados en Vietnam, inocentes convertidos en monstruos por la bomba de
Hiroshima. Todo eso es un siniestro macaneo. Lo cierto, lo indudable, es que el Mal
domina la tierra. Claro, no todo el mundo puede ser engañado, siempre hay
hombres que sospechan. Y así, durante dos mil años han enfrentado la tortura y la
muerte por atreverse a decir la verdad. Fueron dispersados, aniquilados y
atormentados y quemados por la Inquisición. Ya que el Demonio no se va andar
con chicas. Y bastaría la existencia de esa Inquisición para probar quién gobierna el
mundo. Pueblos enteros fueron aniquilados o dispersados. Recordá los albigenses.
Desde la China hasta España, las religiones de estado (otras organizaciones del
demonio) limpiaron el planeta de cualquier intento de revelación. Y puede decirse
que casi lograron su objetivo.
—Por supuesto, casi. La excepción del profesor Alberto J. Gandulfo, por ejemplo.
—Seguí riéndote. Son pequeñas diabluras de Satanás. Hacer que un personaje
ridículo exponga la verdad es una forma de condenar esa verdad al ridículo y por lo
tanto a la inoperancia. A hombres como Gandulfo no sólo se les permite vivir: se
los inspira para que hablen. Pero te sigo diciendo. Hay todavía otras fuentes de
confusión aún más diabólicas. Algunas sectas que no pudieron ser aniquiladas, o
que tal vez Satanás no las aniquiló ex profeso, se convirtieron a su vez en una
nueva fuente de mentira. Pensá en los mahometanos. Según los gnósticos, el
mundo sensible fue creado por un demonio llamado Jehová. Por largo tiempo, Dios
deja que ese demonio obre libremente, pero al fin envía al Hijo para que
temporariamente habite en el cuerpo de un judío. De ese modo se propone liberar
al mundo de las falaces enseñanzas de Moisés, ese profeta de Jehová, es decir del
demonio. De paso, recordá lo que Papini dice del Moisés de Miguel Ángel. Estaría
Miguel Ángel en el secreto? Pero sigo el asunto: si se acepta que Jehová es el
demonio, pero que con la llegada de Cristo ese demonio ha sido derrotado,
enterrado en los infiernos (como piensan los mahometanos y otros gnósticos) lo
único que se logra es fortificar la mistificación. Ahora, una doble mistificación.
Seguimos teniendo un mundo espantoso, Hiroshima y los campos de concentración
se han producido después de la venida de Cristo, comprendés? En otras palabras:
cada vez que se debilita la mentira, esta clase de infelices la consolidan y el
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