vuestro padre el Diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir". Más
claro, imposible. Y ya lo dijo Satanás a Cristo: "Todo esto te daré si postrado me
adorares". Que es lo que sin saberlo hacen los judíos. Adorar a Satanás, pues toda
su liturgia está destinada a pedir riquezas materiales y la remisión de sus pecados
cotidianos. El Divino Padre no es otorgador de bienes materiales. Y esto es lo que
deberían tener presente los creyentes de cualquier religión, incluso los católicos:
cuando pedimos riquezas o maldades es Satanás quien recibe nuestras peticiones,
y es él quien las otorga a los que tienen afinidad con el mal, y así actúan como
instrumentos de sus perversos designios. Los principales instrumentos de que se
vale Satanás para ejercer su potestad son: primero, la ciencia médica...
—La ciencia médica?
—Sí, la ciencia médica. Segundo, el clero. Tercero el catolicismo. Cuarto, el
judaísmo.
—Nos explica, Profesor, eso de la ciencia médica?
—Con todo gusto. El daño que ha hecho Satanás por medio de los médicos es tal
vez el más grande de todos. Ni las guerras, ni las pestes, ni los crímenes ni los
terremotos mandados por Jehová superan al monstruoso exterminio llevado a cabo
por la medicina mediante el consumo de carne. Con esto ha embrutecido la
conciencia individual y ha multiplicado las enfermedades.
—Pero, perdone Profesor, por qué Satanás quiere mantenernos enfermos, si somos
sus aliados? No seríamos más útiles como sanos? Un ejército de raquíticos o rengos
no es el mejor ejército del mundo.
—Verá, señor. De ningún modo conviene a Satanás que estemos sanos, porque la
salud física es también salud espiritual. Y porque únicamente si somos sanos
estamos en condiciones de vislumbrar la verdad. Al comer los cadáveres de
nuestros hermanos inferiores no sólo cometemos una especie de antropofagia,
puesto que son nuestros hermanos, sino que nos embrutecemos y nos volvemos
más propensos al pecado, como se comprueba con la corrupción sexual, que es
infinitamente mayor entre los consumidores de carne. Pero volviendo al crimen que
cometemos con los animales, tengo experiencias muy interesantes. Los animales
son como los niños, aprenden por medio del lenguaje humano y de la disciplina
educativa. Las pruebas experimentales que he venido realizando me han dado
espléndidos resultados y he podido comprobar que todos los animales sin excepción
se elevan y se identifican con el hombre tan pronto como son sometidos a esa
disciplina. Y para esa educación no debe emplearse más que el lenguaje humano, al
cual responden de una manera que no puede calificarse sino de admirable. Canes,
pájaros, gatos, palomas, gallinas se identifican con el que los educa.
—Algún idioma en especial, Profesor? —preguntó Quique.
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