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mundo y su gloria, tal como ya había sobornado con engaños al pueblo judío. Pero como Cristo rechazara el ofrecimiento con repugnancia, Satanás se propuso desbaratar la misión por los medios más inicuos. La prédica de Cristo abrió profundos surcos en el pueblo hebreo, y esa saludable reacción constituyó el más grave peligro para el dominio de Satanás. Fue entonces cuando el Dios de la Tierra dividió la opinión de los hombres e hizo que se acusara a Cristo de hereje, eligiendo a Judas para que lo entregase. El vil metal fue el medio de que se valió para corromper la conciencia de este discípulo, tal como el vil metal ha sido el corruptor de todos los tiempos y tal como la propia Iglesia ha desvirtuado su propia misión al supeditar al dinero los oficios religiosos. Pero vuelvo a la misión de Cristo. En realidad esa misión estaba dirigida especialmente a despertar al pueblo judío, pues era el que estaba más esclavizado a la influencia satánica, aunque fuera sin saberlo. Tal como todavía lo sigue estando. Por eso Cristo encarnó en el cuerpo de un judío, para influir como Espíritu de la Raza y provocar la reacción que tan ardientemente deseaba de ese pueblo contra el engaño. —Pero, permítame. Profesor. Cómo el Padre Celestial no pudo prever que esa misión iba a fracasar? No sabía acaso que el pueblo judío iba a persistir en su error? —Sí, claro que sí. Pero fue un fracaso parcial, porque la Verdad prendió en buena parte del pueblo elegido, y en la humanidad entera. En cuanto al resto, el pueblo hebreo que sigue creyendo en Jehová, sigue la misma trayectoria hasta hoy, bajo la sugerencia satánica. No gritaba, pero S. no acertaba a comprender por qué le parecía que chillaba. Más bien era una voz penetrante: como uno de esos taladros que usan los ladrones nocturnos de cajas fuertes. —No le parece, Profesor, que para ser una raza elegida y protegida por el Dios de la Tierra le ha ido bastante mal? Campos de concentración, etc. —Ahí está: es precisamente porque ese pueblo no ha cumplido fielmente con su religión, es decir con los pactos, que Satanás decidió castigarlos con inquisiciones, degüellos, campos de concentración. Más de una vez ustedes habrán oído decir que Hitler fue un enviado de Satán, un Anticristo. Cuánta verdad inconciente hay en esas afirmaciones! —Nos ha convencido, Profesor. Qué otras pruebas hay de la esclavitud judía a Satanás? —preguntó Beba. —Muchas, muchas. Recuerden aquel pasaje en que Saulo reproduce las palabras de Cristo, convertido desde entonces en el Apóstol Pablo, para que predicase el evangelio entre judíos y gentiles: "Para que abras sus ojos, para que conviertas de las tinieblas a la luz, de la potestad de Satán a la de Dios". Y también aquellas palabras del Cristo en el Evangelio de San Juan, cuando les dice a los judíos: "De 259