—Muy interesante, Profesor. Pero, cómo sabemos que efectivamente es Satanás y
no el Divino Padre el autor de estas fechorías? No podría explicarse todo este
desbarajuste, también, con un Padre sanguinario? —preguntó Beba.
—No, porque el Divino Padre es perfecto, y la perfección supone el bien. Pero hay
otra prueba impresionante. El relato asirio del Diluvio. Coincide punto por punto con
el relato judío, pero muestra que es el espíritu de mal el que gobierna la Tierra.
—De modo que los judíos ya empezaron a mentir desde el Diluvio. Ya empezaron
con el periodismo malintencionado. Flagelante! —comentó Quique.
—Sin duda, señor. Después del Diluvio, Noé y los suyos sirvieron para la
multiplicación de la especie. La consanguinidad fue inevitable y ya pueden ustedes
imaginar si esas subrazas podrían ser comparables a aquellos admirables atlantes.
De una de estas subrazas, Satanás separó a una y le exacerbó sus pasiones y su
egoísmo para manejarla a su antojo.
—Los judíos.
—Eso es. Y eligió a uno de los representantes de esa raza como portavoz terrenal.
Jehová le dice a Abraham: haré de tu nación una nación grande, deslumbrándolo
de ese modo y ganándose su voluntad.
—No lo tome a mal, Profesor, pero desearía saber si usted es antisemita.
—Nada de eso, señor. Digamos en honor de esa raza que fue engañada por el
demonio y que ese engaño sirvió para establecer el vínculo entre Israel y Satanás,
vínculo que se ha conservado a través de los siglos por medio del pacto de la
circuncisión, de la liturgia y de otros mandatos luciferinos, como la pascua por los
sucesos de Egipto.
—Los sucesos de Egipto, Profesor?
—Por supuesto, sucesos evidentemente satánicos. Ya antes vimos cómo el Demonio
cometió monstruosidades como el Diluvio, el hundimiento de los atlantes, la
destrucción de ciudades enteras por el fuego. Para no hablar de los incestos y de
los repugnantes crímenes de los sodomitas. Pero todo eso es nada al lado de las
plagas que mandó sobre Egipto: ranas y piojos, granizo y langosta, moscas y
pestes en el ganado. Qué les parece? Ahora fíjense lo que pasa con Cristo. Cristo
era una de las jerarquías espirituales que asistían al Divino Padre. Los medios de
que se valió Satanás para convertir al pueblo hebreo en su esclavo (a cambio de
riqueza y protección) determinó al Padre Celestial a enviar a Cristo a la Tierra,
corporizado en Jesús (de ahí el nombre de Jesús-Cristo) para emancipar a aquel
pueblo de ese terrible tutelaje, si bien los beneficios de la misión se extenderían al
resto de la humanidad. Para despertar la conciencia por obra del Mesías. De no ser
así habríamos permanecido en la más completa ignorancia e ignorado el dominio
satánico, confundiéndolo con el de la Divinidad. Advirtiendo la maniobra, Satanás
trató en primer término de sobornar al Hijo de Dios, ofreciéndole los reinos del
258