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—Muy sencillo. Eliminada la custodia del ganado, éste sería fácil víctima de la matanza para consumo del hombre. Con ese acto se anulaba la alimentación vegetal, instituida por el Divino Padre, sustituyéndola por los productos de la matanza. —Notable. De modo que Caín viene a ser el protocarnicero. Sin él no existiría el negocio de las carnicerías —acotó Quique. —Claro que no. El cambio tenía por objeto neutralizar el Plan Divino, porque la alimentación vegetariana es conservadora de la salud y además favorece la espiritualización de la humanidad. La alimentación animal o cadavérica acarrea enfermedades, acorta la vida, embrutece la conciencia, embota los sentidos, fomenta las pasiones, acrecienta el egoísmo. Además de constituir un producto inmoral, ya que todo lo que atenta contra la vida de un ser es una inmoralidad, un crimen. A esta situación se llega con el régimen cárneo, y es lo que mantiene a la humanidad en el más completo oscurantismo, impidiendo que pueda vislumbrar la verdad y elevarse espiritualmente. —Interesante teoría, Profesor. —No es una teoría, es un hecho demostrado. Otra cosa: Noé y el Diluvio. Miren cómo todo confirma lo anterior. Como Satanás era incapaz de crear seres humanos o animales, apartó a Noé, sus descendientes y sus respectivas proles de todas las especies un cierto número para la reproducción. Cuánta ingenuidad hay en los hombres cuando atribuyen una obra tan monstruosa, criminal y grosera al Divino Padre! Claro, Satanás no tenía el más mínimo interés en salvar las especies vegetales. Pero la Tierra, que estaba saturada de simientes desde la Creación, hizo que el reino vegetal reapareciese en virtud de su esencia espiritual. —Buen chasco para Satanás. —Por supuesto. Lo que demuestra, de paso, qué propenso es a cometer errores. Pero, volviendo a lo que les estaba diciendo, tanto el hundimiento de la Atlántida como la destrucción de Sodoma y Gomorra, como el asesinato de Abel, como los males que desde entonces se desparramaron por la faz de la Tierra, son obra de Satanás. El Padre Celestial, que es la esencia de la bondad, no fue nunca ni puede ser un ente sanguinario y cruel, que pueda destruir con tanta ferocidad lo que creó con tanto amor. Doctos e ignaros, que atribuyen a Dios estos hechos horrendos viven engañados por Satanás. Tenía algo de grotesca marioneta, daba la sensación de ser el muñeco que alguien maneja desde más arriba (pero quién y desde dónde?). O como el muñeco de un ventrílocuo que parece decir lo que Otro está hablando con inmóvil e impávido rostro. Había en él algo de artificioso o irreal. Y sin embargo se sentía que su mensaje era real, aunque ambiguo; temible, aunque divertido. 257