—Quisiera que este trabajo sobre los porteros y las ratas estuviera bajo su
advocación, por decirlo así.
—Mi advocación?
—Sí, si no tiene inconveniente. Por eso de los Ciegos. Desde que lo leí me sentí
perturbado, me hizo atender a ciertos rumores.
—Rumores?
—Quiero decir en mi propio espíritu.
—Usted escribe?
—No, esto es lo primero que hago. Me lo encargó Walker porque le hablé del tema,
porque quería verlo. En realidad soy fotógrafo.
—Fotógrafo?
"Grabador de luz". Y también se decidía a abandonar el mundo de la luz!
Le contó otras cosas el joven del Busto, productos de sus investigaciones: la lucha
de la Casa de la Moneda contra las ratas que se comen los billetes. Después de
años de cálculos, de proyectos meticulosos, de luchas fracasadas, construyeron un
formidable recinto de cemento armado. Fracasó también. Las ratas entraron por las
cañerías? Se reprodujeron dentro del recinto?
Conversaron sobre la posibilidad de llevar a cabo una investigación completa en
subterráneos, sótanos, cloacas, cañerías de desagüe. Investigación complejísima y
presumiblemente aterradora.
En el momento de irse el joven del Busto, estuvo a punto de hablarle de ese asunto
de los poneros. Pero le pareció que por el momento no era conveniente.
Acaso, tampoco necesario.
IBA POR CORRIENTES
cuando vio venir a Astor Piazzolla. Y se disponía a conversar con él cuando advirtió
que se equivocaba: era una especie de caricatura. El hombre se detuvo
sorprendido, mientras S. se alejaba avergonzado. Dobló en la primera esquina,
como huyendo. Estaba en la calle Suipacha. Se quedó un momento simulando mirar
una vidriera, y cuando se tranquilizó buscó un café para tomar algo. Precisamente
estaba al lado del TÍO CARLOS. No estaba Kuhn en la caja, así que buscó una
mesita cualquiera, en momentos en que vio a Piazzolla que le sonreía.
—Qué, mi barba te asusta? —preguntó Astor.
—No, no es eso.
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