Pero estaba distraído, me equivocaba torpemente. Lo volví al tubo y decidí ir a
tomar un café.
En el pasillo me encontré con Bruno Pontecorvo, simpático como siempre pero muy
agitado. Me preguntó por von Halban. Le respondí que no lo había visto. Andaban
histéricos, luchando por la paternidad de la fisión.
En la calle, el frío me ayudó a despejarme.
Sentía que volvían antiguas obsesiones que cuando niño me habían aterrado. Y
ahora me aterraban aún más, precisamente porque se producían en una persona
grande y rodeada de otros que sólo creían en fórmulas matemáticas y partículas
atómicas, en explicaciones.
Recordé a Frazer, el alma que viaja durante el sueño, y los desdoblamientos. Los
occidentales somos tan burdos. Acaso hombres como Hoffmann y Poe y
Maupassant eran simples mitómanos? No serían las pesadillas verdaderas en un
sentido más profundo? Y los personajes de ficción (hablo de los auténticos, los que
brotan como los sueños, no los fabricados) no visitarían regiones remotas, como el
alma en las pesadillas? El sonambulismo. Adónde iba, cuando me levantaba de
niño? Qué continentes había recorrido en aquellos viajes? Mi cuerpo iba a la sala, al
cuarto de mis padres. Pero mi alma? El cuerpo se mueve por un lado o permanece
en su cama, pero el alma divaga por ahí. Por ejemplo, a quién le sucedió aquello de
los ojos de la muerta? Lo de la infancia me pasó a mí, ya lo sé. Me pregunto lo de
la calle Montsouris. (Souris! Ratones! Recién ahora lo advierto!)
Desde aquella época he tratado de descifrar la trama secreta, y aunque a veces
creo vislumbrarla, me mantengo a la expectativa, porque mi larga experiencia me
ha probado que debajo de una trama hay siempre otra más sutil o menos visible.
En estos últimos tiempos, no obstante, he intentado atar cabos sueltos que parecen
orientarme en el laberinto. Por de pronto, aquellos episodios ocurrieron en el
momento en que empecé a abandonar la ciencia, que es el universo de la luz.
Después, hacia 1 947, advertí que en Sartre todo provenía de la vista, y que
también él se había refugiado en el pensamiento puro, mientras que sus
sentimientos de culpa lo forzaban a las buenas acciones. Culpa = ceguera?
Finalmente, el Nouveau Roman, la escuela de la mirada, el objetivismo. O sea de
nuevo la ciencia, la pura visión del objeto del ingeniero Robbe-Grillet. Por algo N.
Sarraute se ríe de los "pretendidos abismos de la conciencia". En fin, se ríe... Es
una manera de decir. En el fondo, todos ellos tienen miedo, todos sin excepción
rehúyen al universo tenebroso. Porque las potencias de la noche no perdonan a los
que tratan de arrancarle sus secretos. Por eso también me odian: por el mismo
motivo que los colaboracionistas detestan a los que con riesgo de sus vidas
combaten al enemigo que ocupa la nación.
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