planos, cuentas. Buscó un papel con un diagrama y me lo mostró: ahí estaba Piscis,
ahí el Sol. Cuando el Sol entra en Piscis aparece Cristo y los judíos inician su
dispersión. Dura 2000 años. Ahora, cuando se acerca el fin del período, vuelven a
su tierra. Eso anunciaba algo fundamental, porque el pueblo judío tiene un destino
misterioso, sobrenatural. Pensé en Citronenbaum, sin decírselo.
Con un lapicito muy corto y mordido, me señaló: éste es el signo de Acuario. Ahora
entramos en el signo de Acuario, al cabo de los 2000 años.
Y luego, levantando su mirada y señalándome con el lapicito, agregó:
—Grandes catástrofes.
Qué clase de catástrofes? Por lo pronto una guerra tremenda y una gran prueba
para los judíos. Pero no podrían exterminarlos del todo, porque todavía les quedaba
una gran misión que cumplir. Con su lapicito, en el dorso de uno de los papeles,
escribió con letras de imprenta y recuadro
MISIÓN FINAL
y luego volvió a mirarme con una expresión de calma muy grave.
Esas catástrofes tendrían que ver con el poder atómico. Los Grandes Lamas
preveían que esos cataclismos serían el preludio de la Lucha Decisiva por el dominio
del mundo. Pero, ojo: no hablaba de política. Era un candoroso error suponer que
se trataba de simple política. Nada de eso. Las potencias políticas (Francia,
Alemania, Inglaterra) eran la forma en que esa LUCHA (puso la palabra también
con mayúsculas en el papel) se manifestaría ante los hombres. Pero por detrás de
esa apariencia había algo más grave: Hitler era el Anticristo.
La Humanidad se encontraba ahora en la Quinta Ronda.
La Quinta Ronda?
Sí, el momento en que la ciencia y la razón alcanzarían su máximo poderío. Una
siniestra magnificencia. Pero invisiblemente se estaban preparando las bases para
una nueva concepción espiritual del universo. Volviendo a señalarme, agregó:
—Fin de una civilización materialista.
Yo estaba cada vez más perturbado, porque de alguna manera aquel diálogo
parecía tener relación con el encuentro de R. y la misteriosa escena con él.
Sabía yo a qué correspondía la Quinta Ronda de la profecía oriental?
No, no lo sabía.
Correspondía al Quinto Ángel del Apocalipsis según San Juan.
Urano primero, luego Plutón, eran los mensajeros de los Nuevos Tiempos. Actuarían
como volcanes en erupción, señalarían el límite entre las dos eras, la gran
encrucijada.
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