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—Qué pasó con el padre. —Mamá lo detestaba, hizo morir a su mujer, es decir a mi abuela, a los treinta años. Mujeres y vino, comprendés? —Y qué tiene que ver eso con Skanderberg? —Skanderbeg, no Skanderberg. Mi abuelo era de origen albanés y mi abuela era italiana. —Cómo, de origen albanés? Era albanés o no? —Esperá. Cuando el Príncipe Skanderbeg sintió que iba a morirse y que los caudillos feudales que sólo él era capaz de mantener unidos iban a separarse y seguramente los turcos arrasarían con todo, pidió a su aliado el rey de Nápoles permitiera el establecimiento de sus oficiales y guerreros más allegados en territorio italiano, en Sicilia y en Calabria. Y así fue como a mediados del siglo XV se establecieron allí. Para darte una idea de lo que son esos tipos: hasta hoy conservan su lenguaje y jamás entregaron sus armas. Claro, en general los italianos los detestaban, eran como un quiste. Ahora fíjate el drama en casa de mi abuela, que no sólo eran italianos sino una familia importante. Cuando mi bisabuela, que era viuda y que era una tigresa, donna Giuseppina Cavalcanti, supo que mi abuela era asediada por aquel sujeto alto se puso frenética. Pero el hermano del abuelo era un cura poderoso, por su amistad con el Marqués de Santo Martino (era preceptor de sus hijos), y eso decidió el matrimonio, aunque bajo los sombríos augurios de donna Giuseppina. Total, que el albanés fundió viñedos, olivares y fincas con mujeres y vino. Y nosotros nos convertimos en emigrantes. Ya ves. —Ya ves qué. —Por qué mi madre detestaba a los albaneses y por qué busco una gramática franco-albanesa. —Tu lógica es de fierro. Y cómo es esa lengua? —Un día los espié a mi madre y a un tío hablando. Si ves un cartel en Amberes que dice uitgang rumbeás por el alemán. En albanés no tenés el menor indicio, un cartel puede significar prohibido fumar o salida. Parece que está emparentado con el lituano. Pero tiene mucho vocabulario turco y griego. —Todo eso lo pescaste espiando desde la puerta. —Siete casos de declinación. —Magnífico, una pavada. Como no tenés otras cosas que hacer. Si te agarra el viejo Houssay. —Imaginate, si yo con los cuatro casos del alemán me volvía loco. Pero eso no es todo. —Cómo, que no es todo? 232