Test Drive | Page 198

gran tipo, pero era un invierno atroz y no había calefacción así que poníamos muchas capas de L’HUMANITÉ encima y cada vez que nos dábamos vuelta se oía el crujido de los diarios (lo estoy oyendo), yo estaba en un gran caos y muchas veces caminando al borde del Sena pensé en matarme, no vaya a creer, per o me daba pena por el pobre Lehrmann, el portero alsaciano, que me daba algunos francos para comer un sándwich de esos largos y café con leche, era una fallada, comprende, así que fui tirando hasta que no di más y con muchas precauciones me robé de Gibert un tratado de análisis matemático de Borel y cuando en un café comencé a estudiarlo, mientras afuera hacía frío y yo tomaba un café caliente, comencé a pensar en aquellos que dicen que este mercado en que vivimos está formado por una única sustancia que se transmuta en árboles, criminales y montañas, intentando copiar un petrificado museo de ideas. Aseguran (antiguos viajeros, escrutadores de pirámides, individuos que en sueños lo han entrevisto, algún mistagogo) que es una pasmosa colección de objetos inconmovibles y estáticos: inmortales árboles, petrificados tigres, junto a triángulos y paralelepípedos. Y también un hombre perfecto, formado con cristales de eternidad, al que torpemente quiere parecerse (el dibujo de un niño) un montón de partículas universales que antes eran sal, agua, batracio, fuego y nube, excrementos de toro y de caballo, vísceras podridas en campos de combate. De modo que (siguen explicando esos viajeros, aunque ahora con levísima ironía en los ojos) con esa inmunda mezcla de basura, tierra y restos de comida, purificándola con agua y sol, cuidándola anhelosamente contra los despreciativos y sarcásticos poderes de las grandes fuerzas terrestres (el rayo, el huracán, el mar enfurecido, la lepra) se intenta un burdo simulacro del hombre de cristal. Pero aunque crece, prospera (le van bien las cosas, eh?) 198