identificamos como Willy, seguido por el que después identificamos
como el Che. De inmediato abrimos fuego, hiriendo al Che con una
ráfaga de ametralladora. Willy y los otros intentaron entonces
arrastrarlo, mientras proseguía el combate. Otra ráfaga de nuestros
Rangers voló el birrete del Comandante, hiriéndolo en el tórax.
Mientras sus compañeros lo cubrían, Willy logró conducir a su jefe
hasta una colina, donde se encontraron con otros cuatro Rangers. Sin
aliento por el esfuerzo, Willy llegó con el cuerpo de su jefe sobre las
espaldas. Y cuando se detuvo para reponer fuerzas y darle algún
cuidado a Guevara, los soldados emboscados le dieron orden de
rendición. Antes de que pudieran tirar, los Rangers dispararon
primero. Luego se llegaron hasta ellos. El Che tenía graves heridas y
el asma le impedía respirar. Entonces transmitimos el mensaje
cifrado: "Hola, Saturno. Tenemos a Papá". (Informe del Capitán
Prado)
Guevara fue llevado en una manta por 4 soldados hasta La Higuera,
distante varios kilómetros del lugar de captura. Allí el capitán Prado
entregó los prisioneros al coronel Selich, que estaba a cargo del
puesto. Se hizo un inventario de lo que había en el morral de
Guevara: dos diarios, un código, un libro de notas con mensajes
cifrados, un libro de poemas copiados por el Che, un reloj y otros tres
o cuatro libros. (Del informe del Ejército Boliviano)
Fue el coronel Selich el que habló con el Che. Tanto nosotros, los
soldados heridos, como Guevara, estábamos en un hangar. Pero él
estaba en el otro extremo y no entendíamos bien lo que decían,
aunque oíamos claramente al coronel, porque gritaba. Hablaba de
América. El coronel estuvo mucho tiempo con Guevara, quizá una
hora o más. Discutían sobre algo que el coronel quería averiguar y
que el Che se negaba a decir. Hasta que en un momento Guevara dio
una bofetada al coronel con su mano derecha. Entonces el coronel se
levantó y se fue. El mayor Guzmán quiso transportar a Guevara en un
helicóptero, a un hospital, pero el coronel se opuso y partimos
nosotros solos. (Relato del soldado Giménez)
Apenas el helicóptero hubo partido con los soldados heridos y
muertos, los dolores del guerrillero iban en aumento. Murmuró algo.
Acerqué mi oído a su boca y entendí que decía "me siento muy mal,
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