lateral y retardar las acciones todo el tiempo posible, pues si empezaban después
de las 3, nos explicó, podríamos resistir hasta la caída del sol y entonces cabía una
probabilidad de escape.
A las 8 de la mañana un paisano llamado Víctor acudió al puesto
militar de La Higuera para informar que hombres desconocidos se
movían entre los matorrales cercanos a su rancho. El oficial dio
dinero al informante y en seguida comenzó a transmitir la noticia a
las unidades de Rangers desplegadas en la zona. El mayor Miguel
Ayoroa, comandante de las dos compañías de Rangers que operaban
en la región, ordenó por radio bloquear las salidas de las cañadas de
San
Antonio,
Yagüey
y
Yuro.
EÍ
capitán
Prado
fue
con
su
destacamento a la cañada del Yuro, y sus hombres hicieron contacto
con los guerrilleros hacia el mediodía. Dos soldados resultaron
muertos en el primer encuentro. El tiroteo continuó en forma
esporádica durante cerca de 3 horas. Lentamente, los Rangers fueron
ganando terreno, llegando a unos 70 metros del enemigo. A las 15,30
las guerrillas sufrieron la primera baja visible. (Del parte militar)
Fue una desgracia que el ataque empezara al mediodía, pues, como te dije, las
esperanzas del Che eran que por lo menos se retardara hasta las 3. Empezamos a
oír el tableteo de las ametralladoras, que por suerte batían el camino que habíamos
recorrido durante la noche. Era evidente que nos consideraban más retrasados. Eso
nos permitió ganar tiempo. El Comandante dividió la fuerza en tres grupos,
conviniendo un lugar para encontrarnos a la caída de la noche. Pero cuando mi
grupo llegó no encontramos a los otros. Nos miramos en silencio y nos
derrumbamos de cansancio y de angustia, con la esperanza, sin embargo, de que el
Che con su grupo, imposibilitado de llegar hasta el lugar en que estábamos,
hubiese optado por alcanzar el San Lorenzo .
Palito se calló. Marcelo, de espaldas en su cama, sentía su pecho oprimido por el
asma. "Por mi asma", pensó como alguien que se sorprende cometiendo la acción
más mezquina de su existencia. Después del largo y terrible silencio de Palito, oyó
que con voz apenas inteligible decía: "No sabíamos que todo su grupo había caído,
que el Comandante Ernesto Che Guevara estaba herido y prisionero, y que pronto
sería asesinado de la manera más..., pero la última palabra Marcelo no pudo oírla
bien. Luego ya no hablaron en aquella noche.
Nos desplegamos de modo de cercar a los guerrilleros y en seguida
nos lanzamos al asalto. El primer rebelde que vimos era el que luego
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