idea, se estaba conversando en el monte de la muerte de Ricardo, de cómo esa
muerte había golpeado a su hermano Arturo. Entonces Coco le dijo al Inti: no
quisiera nunca verte muerto, no sé cómo me comportaría. Pero por suerte a mí me
matarán antes, lo sé, dijo. Y así fue, efectivamente. Coco era un camarada muy
generoso y de gran coraje, pero lloró el día que mataron a Ricardo.
Felizmente, el Inti no lo vio morir. Él no era de llorar, pero desde ese día se volvió
más reservado que antes.
Palito volvió a callarse, su voz se había ido haciendo más difícil a medida que
avanzaba en aquel recuento de desdichas, como si su voz fuese sufriendo la misma
creciente desventura de la marcha de su pequeña tropa de condenados.
Se levantó y dijo "voy al baño". Era cosa frecuente, Marcelo lo sabía, sus riñones no
eran ya los de un hombre normal. Cuando volvió, se acostó de nuevo y prosiguió:
—La emboscada de La Higuera fue un golpe terrible. En realidad fue el comienzo del
fin.
Día 27. — A las 4 reiniciamos la marcha tratando de encontrar un
lugar para subir, cosa que se logró a las 7, pero para el lado contrario
al que pretendíamos; enfrente había una loma pelada, de apariencia
inofensiva. Subimos un poco más para encontrarnos a salvo de la
aviación en un bosquec illo muy ralo y allí descubrimos que la loma
tenía un camino, aunque por él no transitó nadie en todo el día. Al
atardecer, un campesino y un soldado subieron la loma hasta la
mediación y jugaron un rato allí, sin vernos. Aniceto acababa de
hacer una exploración y vio en una casa cercana un buen grupo de
soldados; ese era el camino más fácil para nosotros y está cortado
ahora. Por la mañana vimos subir en una loma cercana una columna
cuyos objetos brillaban al sol, y luego, al mediodía, se escucharon
tiros aislados y algunas ráfagas, y más tarde los gritos de "allí está",
"sale de ahí", "vas a salir o no", acompañados de disparos. No
sabemos la suerte del hombre, y presumimos que podía ser Camba.
Nosotros salimos al atardecer para tratar de bajar al agua por otro
lado y nos quedamos en un matorral un poco más tupido que el
anterior; hubo que buscar agua por el mismo cañón, pues una faralla
no deja hacerlo aquí. La radio trajo la noticia de que habíamos
chocado con la compañía Galindo dejando 3 muertos que iban a
trasladarse a V.G. para su identificación. No han apresado al parecer
a Camba y León. Nuestras bajas han sido muy grandes esta vez; la
pérdida más sensible es la de Coco, pero Miguel y Julio eran
magníficos
luchadores
y
el
valor
humano
de
los
tres
era
182