vientre, tuvimos que llevarlo hasta Piray, varios kilómetros más adelante, para que
el Moro pudiese operarlo. Pero el Turna tenía el hígado destrozado y varias
perforaciones en los intestinos. Y no hubo nada que hacer. Fue un día de gran dolor
para todos, porque era uno de los compañeros más alegres, más serviciales.
Además de un combatiente con mucho coraje. El Che lo quería como a un hijo, y
así lo dice en el Diario, y tal vez sufrió más que todos. Aunque, como siempre, hizo
lo posible para no demostrarlo. Cuando el Turna cayó, creyendo que moriría ahí
mismo, nos dio el reloj para el Che. Así era la costumbre, porque el Comandante
luego lo entregaría o lo haría llegar a la mujer o a la madre, según el caso. El Turna
tenía un hijo que no conoció, porque había nacido cuando ya estábamos en la
montaña. Pidió que el reloj se lo guardaran para cuando fuera grande.
Estuve cuatro días de patrullaje con el primer batallón de la cuarta
división, en esa selva primitiva, plagada de serpientes, boas,
gigantescas arañas y jaguares. (Del relato de Murray
Sayle,
corresponsal de guerra del LONDON TIMES)
Setiembre fue peor aún que agosto. Tuvimos que hacer marchas muy terribles,
perdimos hombres, libramos varios combates y nos empezó a faltar hasta lo más
indispensable. Para colmo comprendimos que el grupo de Joaquín ya no volvería
más, que había sido aniquilado. El Moro sufría dolores insoportables y el
Comandante estaba cada día peor, porque hacía rato se le habían acabado los
remedios para el asma. A veces se andaba escondiendo por ahí, para que no lo
viéramos en los momentos peores del ataque. Nuestro próximo objetivo era La
Higuera. Pero ya todos sabíamos que el ejército conocía nuestra posición. El Coco
encontró un telegrama en la casa del telegrafista de Valle Grande, el subprefecto le
comunicaba al corregidor la presencia de la guerrilla. A cosa del mediodía del 26
salió nuestra pequeña vanguardia para tratar de alcanzar el Jagüey. Después de
media hora, cuando ya el grupo del centro y de la retaguardia salíamos en la misma
dirección, oímos fuego nutrido del lado de La Higuera. El Comandante organizó en
seguida la defensa para esperar la vanguardia, o lo que quedase, porque no
dudamos de que habían caído en una emboscada. Así que esperamos ansiosos las
primeras noticias. Primero llegó Benigno, con el hombro atravesado por una bala.
La cosa había sido así: primero hirieron al Coco, entonces Benigno corrió a
rescatarlo y mientras lo arrastraba lo alcanzaron con una ráfaga de ametralladora:
al Coco lo mataron y una de las balas, después de atravesarlo, hirió en el hombro a
Benigno. Los otros o estaban muertos o heridos. Fue un golpe muy duro para el
Inti, porque el Coco era más que un hermano para él: juntos habían estado en la
cárcel y en la lucha, y juntos habían entrado en la guerrilla. Un día, para darte una
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