—Mi provisorio pésame.
—Mi interesado pésame.
Con lo cual Quique dijo basta explotadoras, típicas expresiones de la dolce vita, que
ya van a ver cuando vuelva el peronismo, y voy a cumplir con mis deberes de
Caballero de la Prensa. Tengo que averiguar si es que entre Mirtha Legrand y
Bonavena hay romance o si como ha repetido Mirtha "entre Ringo y yo no hay más
que una buena amistad".
NO, CÓMO MARCELO PODRÍA PREGUNTARLE NADA?
Fue él quien habló, quien necesitaba hablar, con su acento tucumano, y con
vergüenza le dijo te he mentido, mi nombre no es Luis, es Nepomuceno, y después
de un silencio, sonrojándose, Marcelo murmuró algo que quizá quería significar vos
nada tenés que contarme. Pero tampoco lo llamaban Palito, tal vez porque era
tucumano y aindiado como el otro, el que cantaba en la radio, y sobre todo porque
era así "ves"?, preguntó levantándose un poco el pantalón, con timidez, con una
pequeña sonrisa como de culpa, mostrándole las patitas esqueléticas, la piel casi
pegada a los huesos, porque aunque ya eran muchos los días que vivían juntos
siempre se las había arreglado para no desnudarse delante de Marcelo o en plena
luz. Habían sido ocho hermanos en el ranchito, con la madre que también lavaba
para afuera, al padre no lo mencionó, acaso estaba muerto, acaso trabajaba lejos,
y todo eso, pensaba Marcelo, para justificar lo de las patitas ridículas.
Tomaban mate en silencio.
—Tengo muchas cosas que contarte, Marcelo, necesito que sepas.
—Yo...
—El Che, el Comandante Guevara.
Marcelo se puso aún más nervioso, sentía vergüenza, tuvo repentinamente la
intuición de lo que oiría y se consideraba inmerecedor.
—Estuve allá, hice toda la campaña, logré escapar con el Inti, pero tuve más suerte
que él.
Después se calló y esa tarde no se habló más.
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos
esfuerzos.
Yo
puedo
hacer
lo
que
te
está
negado
por
tu
responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos. Aquí
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