QUIQUE
—A ese Sabato que me hizo trabajar en su novelón sin pagarme díganle que sería
mejor que escriba un Informe sobre Palomas, en lugar de ese retórico discurso
sobre no videntes. Habían visto alguna vez un animal más antipático y sucio? Y
todos esos que van a la Plaza Mayo a darles semillitas y migajitas, la pobre
palomita, la palomita de la paz, ese vivacho de Picasso, también, ese millardaire du
communisme. Un domingo que no había casi nadie cerca empezó a dar palos, no
sabía por dónde empezar, l'embarras du choix, pero con todo logró dejar fuera de
combate a numerosos volátiles que ya no joderán más, antes de ser perseguido por
la chusma.
—Quique, por favor. Elemento químico, esencial para la vida, seis letras.
—Sorry, Maruja. Apenas si distingo el fierro del bronce.
La célebre educación de mami, que no me dejaba ir ni a la esquina. Ejemplo: como
yo era un chico complicado y nunca tuve la ocasión de ver una vaca en vivo y en
directo, y como madre me había inculcado que jamás se debe matar un animal, y
como de cualquier modo tenía que explicarme de dónde salían los bifes, porque,
eso sí, siempre tuve esprit de recherche, saben lo que pensé?
No, nadie imaginaba lo que Quique podía pensar en tales circunstancias.
Que un bife se obtenía pelando una milanesa.
Así que cuando realizó o le dijeron, porque nunca falta un alma perversa, que el
bife era obtenido del bicho con un cuchillo, quedó rigurosamente aniquilado.
—Después, cuando no hubo más remedio que mandarme al colegio, la cosa no
anduvo más brillantemente, en virtud de ese sistema de enseñanza que consiste en
explicar que el estómago es como una gaita gallega. Ejemplo óptimo para
rapazuelos de Pontevedra pero ruinoso para nenitos argentinos que no han
concurrido a alguna romería gallega o no están provistos de padres que sean
porteros o mozos de café. Que seguramente son los únicos privilegiados que en
nuestro país aprueban anatomía.
—Sos exacto como en la novela de Sabato.
—Eso, eso! Lo único que faltaba. Desde que ese sujeto me metió en una novela,
todo el mundo a jorobarme con esa caricatura. Burdísimo y flagelante. Debería
prohibirse por ley la existencia de individuos de esa calaña. Y debería dar gracias al
cielo que mis múltiples tareas en el cuarto poder me impidan hacer literatura, que
si no verían la caricatura que me mandaba del sujeto ese. Ma qué caricatura, si
bastaría describirlo como es. Una risa.
Momento en que entró Sabato y Quique dijo:
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