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pobre tipo? Envejeció tratando de demostrarlo. Pero era honrado y terminó confesando su derrota, reconociendo que la famosa mentalidad "primitiva" no es un estadio inferior del hombre. Y que en un hombre de hoy subsisten las dos mentalidades. Qué horror, no? Observá que esa mentalidad "positiva" (el adjetivo me produce gracia, no lo puedo evitar) inyectó en Occidente la idea de que la cultura científica es superior a la cultura digamos de los polinesios. Qué te parece? Y la ciencia superior al arte, claro. Cuando abandoné la física, el profesor Houssay me retiró el saludo. Lo sabías? —No. —Para el pensamiento ilustrado el hombre progresaba a medida que se alejaba del estadio mito-poético. En 1820 lo dijo de modo ilustre un cretino, Thomas Lowe Peacock: un poeta en nuestro tiempo es un bárbaro en una comunidad civilizada. Qué te parece? Silvia estaba pensativa. —La excavación del pobre Lévy-Bruhl reveló hasta qué punto esa pretensión era equivocada, además de estrafalaria y arrogante. Pasó lo que tenía que pasar: expulsado por el pensamiento, el mito se refugió en el arte, que así resultó una profanación del mito, pero al mismo tiempo una reivindicación. Lo que te prueba dos cosas: primero, que es imbatible, que es una necesidad profunda del hombre. Segundo, que el arte nos salvará de la alienación total, de esa segregación brutal del pensamiento mágico y del pensamiento lógico. El hombre es todo a la vez. Por eso la novela, que tiene un pie en cada lado, es quizá la actividad que mejor puede expresar al ser total. Se inclinó y acomodó unas piedras en forma de R. —Hace un tiempo, un crítico alemán me preguntó por qué los latinoamericanos teníamos grandes novelistas pero no grandes filósofos. Porque somos bárbaros, le respondí, porque nos salvamos, por suerte, de la gran escisión racionalista. Como se salvaron los rusos, los escandinavos, los españoles, los periféricos. Si quiere nuestra Weltanschauung, le dije, búsquela en nuestras novelas, no en nuestro pensamiento puro. Reacomodó las piedritas en forma de cuadrado. —Me refiero, claro, a las novelas totales, no a las simples narraciones. Desde Europa, por supuesto, nos vienen a decir que en las novelas no tiene que haber ideas. Los objetivistas. Mi Dios! Siendo el hombre el centro de toda ficción (no hay novelas de mesas o gasterópodos) esa objeción es idiota. Ezra Pound dijo que no podemos permitirnos el lujo de ignorar las ideas filosóficas y teológicas de Dante, ni pasar de largo los pasajes de su novela o poema metafísico que las expresan con mayor claridad. Y no sólo son legítimas las ideas encarnadas sino las purísimas ideas platónicas. No son hombres los que llegaron hasta allí? No se podría entonces 154