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—Sí, lo entiendo —dijo, con tono muy cortado. S. la contempló con ternura. —Qué bueno —dijo—. Te has salvado de la facultad de letras. En realidad, a alguien como vos nunca le hará mal la facultad. Se levantó. —Vení, caminemos un poco. Mientras caminaban le explicó: —Casi al mismo tiempo que me metí en la física me metí en el marxismo. Y así pude vivir las dos experiencias más trastornadoras de nuestra época. En 1951 publiqué lo que podría llamar el balance de esas dos experiencias: HOMBRES Y ENGRANAJES. Casi me crucifican. Su risa era dolorosa. —Te das cuenta? Hablaba de la otra alienación, de la tecnológica. Y de la tecnolatría. Me acusaban de reaccionario por atacar la ciencia. La herencia del pensamiento ilust &F