Test Drive | Page 148

—Entonces creé en lo que te digo: su expresión es severa y pensativa a la vez. Qué curioso. Qué se propondría el escultor. —Alejandra —murmuró ella, con voz vacilante. Qué. Vivía? Había existido alguna vez? S. le respondió con cierta severidad. Cómo, ella también? —Vení, sentate. Antes, estos bancos eran de madera. Un poco más y nos sentaremos en bancos de terilene y comeremos píldoras. Por suerte yo no veré todo eso. Te das cuenta de que soy un reaccionario? Al menos lo que ustedes los marxistas piensan de mí. —No todos los marxistas. —Caramba, menos mal. Basta que diga mito o metafísica para que en seguida me acusen de recibir dinero de la embajada norteamericana. A propósito de norteamericanos, sabés una cosa? Un tipo de no sé qué universidad hizo notar en su tesis que mi novela comenzaba frente a la estatua de Ceres. Está por allí. —Y eso? —La diosa de la fertilidad. Edipo. Pero lo había hecho a propósito? Qué. Lo de la estatua de Ceres. —Estás hablando en serio? Sí, claro. —Pero no, sonsa. En aquel tiempo había aquí una cantidad de estatuas. Recuerdo que había elegido primero la de Atenea. Después no me gustó, no sé por qué. Hasta que puse Ceres. —Entonces, es probable que su inconciente lo impulsara. —Es probable. —EL TÚNEL, también empieza con una maternidad. —También me lo dijeron. Esos que hacen tesis descubren todo. Quiero decir que descubren lo que uno mismo no sabía. —Pero entonces está de acuerdo. —En un sentido estrecho, no. Pero creo que si escribís abandonándote a tus impulsos, pasa un poco lo de los sueños. Te van saliendo las obsesiones profundas. Mi madre era poderosa, y a nosotros dos, los últimos, a Arturo y a mí, nos agarró, por decirlo así. Casi nos encerró. Se puede decir que vi el mundo a través de una ventana. —La madre sobreprotectora. —Por favor, no uses esa jerga. Sí, quizá inconcientemente he estado dando vueltas alrededor de la madre. Otro hace un análisis junguiano, los símbolos tales y cuales. 148