Test Drive | Page 147

Fea? Quién se lo había dicho? Ella se lo había dicho. El espejo. —Este parque antes era más lindo. Ahora lo arruinaron —dijo S.—, y ese monumento que encajaron allá atrás. Lo viste? Sí, lo había visto. Esa especie de cohete a Marte sobre un chasis de camión. —Tenés mucho sentido del humor. Eso que dijiste hoy sobre el estructuralismo. No respondió. No era así? Sí, en público. Cómo? Cuando estaba a solas con otra persona era tímida. —Caramba, te pasa al revés de otros. Sí. Y por qué lo había seguido? No era la primera vez. S. se alarmó. Y con qué objeto, agregó. —No se enoje. Me pareció que la reunión de hoy lo irritó. No queríamos. Yo, al menos, no quería. —Así que otros querían, no? Ella se quedó callada. Bueno, estaba claro. Pero por qué diablos tenía él que dar examen ante personas como Araujo? Él no le había pedido a ese joven que leyera sus libros ni que estuviera de acuerdo con él. Cuando Araujo todavía era un nonato, ya él había estudiado no sólo a Marx sino a Hegel. Pero no en cafés. Lo había estudiado mientras arriesgaba su vida, durante años. Sí, ella lo sabía. Bueno, entonces, que lo dejaran tranquilo. Caramba, la vida era de por sí ya bastante dura sin esa clase de tipos. —Vení, caminemos un poco —le dijo con repentino afecto, tomándola de un brazo— . No te vayas a llevar una estatua por delante. Se pararon a contemplar los leones de bronce. —Los alcanzás a ver? —preguntó con ese sadismo que a veces le salía con personas que estimaba. Sí, más o menos. "Los leones pensativos", no? —Sí, pero debía haber escrito "severamente pensativos". En cuanto uno se descuida escribe por aproximación, chambonea. Yo, por lo menos. Observá la expresión exacta. —Cómo? —preguntó ella con irónico desvalimiento—. Tendría que acercarme mucho. 147