Test Drive | Page 132

huesuda y prominente, su frente alta y estrecha, aquellos ojos grandes y aterciopelados, un poco húmedos: uno de los caballeros en el entierro del Conde de Orgaz. Por qué las diferencias, entonces? Uña vez más comprendía qué poco significaban los huesos y la carne de un rostro. Eran sutilezas las que producían las diferencias, a veces abismales. Pero es que las cosas se diferencian en lo que se parecen, había descubierto ya Aristóteles, la parte proustiana de aquel genio multánime. Y eran efectivamente lo que esos ojos y esa boca y esa nariz huesuda, prominente, tenían de común lo que revelaban la fosa abierta entre padre e hijo. Una fosa quizá natural, pero luego agrandada por los años. Trazos casi invisibles en los extremos de los ojos, en los párpados, en las comisuras de los labios, en la forma de inclinar la cabeza y de recoger las manos (en Marcelo, con timidez, como pidiendo excusas por tenerlas, por no saber dónde esconderlas) lo que separaban triste y definitivamente a dos seres sin embargo tan próximos y hasta (casi podría afirmarlo) tan necesitados entre sí. BUENO, EL ESTRUCTURALISMO! comentaba la chica de suéter amarillo: —El Cr