—Precisamente —intervino de nuevo Arrambide—, creo que si alguna explicación
pueden tener las premoniciones es con la cuarta dimensión.
Sabato volvió a estudiar el suelo, manteniendo silencio.
—Me parece que podrías condescender un poco, bajar hasta nosotros y responder.
—Ya dije que es inútil. Tenemos dos posiciones inconciliables.
—Pero ahora te ha dicho algo. La cuarta dimensión.
—Sí, muchos salen con eso. Pero la materia y el espíritu no obedecen a las mismas
reglas. La relatividad rige el universo físico. Nada que ver. Explicar hechos del
espíritu mediante geodésicas es como querer extirpar una angustia con tenazas de
dentista.
—Le parece? —preguntó Arrambide con ironía rencorosa.
—Sí.
—A veces una angustia es el resultado de mal funcionamiento hepático.
—Conozco esa teoría, doctor.
Arrambide se levantó.
—Mis enfermos.
Apenas salió, Beba se le fue hecha una furia.
—Es el colmo! Carlitos es el mejor médico de niños que hay en Buenos Aires!
—Y quien te lo niega? Se puede curar muy bien una diarrea y sin embargo creer
que William Blake fue un pobre loco.
—Sos muy astuto y tenés muy mala fe para discutir. Cuando te conviene, empleás
un argumento. Y si no, empleás el argumento contrario.
—Eso es lo que creés. Jamás me habrás oído explicar la premonición mediante la
relatividad. Lo que pasa es que en cuanto se habla de espacio-tiempo en seguida
esta clase de aficionados, que se creen astutísimos, creen que se emplea la teoría
de Einstein.
—Y no es así?
—Ves como es inútil discutir? No, no es así. Acabás hace un segundo de oírme
contestarle a este distinguido facultativo que la materia y el espíritu no obedecen a
las mismas reglas. La relatividad rige el universo físico. Nada que ver. No oíste?
—Qué.
—Explicar, querer explicar hechos del espíritu mediante geodésicas es como
pretender extirpar una angustia con tenazas de dentista.
—Está bien. Pero cómo era tu teoría.
—Podés leerla, si querés.
—No tengo tiempo.
—Paciencia, nadie se morirá.
—Dale, no seas pedante.
S. suspiró.
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