—Momento.
-Qué.
—Una de dos: si ese turquito es adivino y dijo que iba a morir, cómo podían evitar
lo que tenía que suceder? Y si no adivina de verdad, para qué tanto apuro en
prevenirlo a Etcheverry?
—Escuchá, te digo. Los amigos salieron con Lalo sin decirle palabra, claro. El negro
Echagüe y ese húngaro lo acompañaron a cruzar la Avenida para buscar el coche.
Después se volvieron.
—No quiero ofender a ese interesante conjunto de amigos tuyos, pero tendrás que
aceptar que no descuellan por su inteligencia.
—Por qué.
—El turquito había vaticinado que moriría esa tarde en un accidente de auto, no
que lo arrollarían al salir de la casa.
—Exacto. Apenas lo dejaron a Lalo recordaron las palabras de Saleme, subieron a
un auto y empezaron a correr. Después de unos diez minutos lo alcanzaron y el
Peque empezó a tocar la bocina para llamarle la atención y hacerlo parar. Tal vez
Lalo creyó que era alguien que quería pasarlo y no se dio vuelta. Hasta que se le
pusieron a la par y entonces le gritaron que se detuviera. Lalo se asustó, empezó a
hablar a gritos con ellos y por mirar al costado se llevó por delante una columna.
Qué me decís?
—No es un hecho probatorio.
—¿Te parece poco?
—Hay varias explicaciones.
—Cuáles, por favor.
—Primera, que ese Saleme tenga influencia sobre la gente débil. Se quería vengar
de la ironía de Lalo sobre él y lo llevó a la muerte.
—Según eso, los videntes no predicen el futuro: lo fabrican.
—Es una posibilidad. Pero hay otras. Que el atolondrado del Peque, porque no me
vas a negar que el Peque es un atolondrado y que no había necesidad de ponerse a
gritar como locos para asustar a un tipo que va por el bajo a cien kilómetros, ese
taradito, como te digo, puede haber sido la única y verdadera causa de la muerte.
Tal vez si tantos genios no se empeñan en salvarlo Lalo llega sano y salvo a San
Isidro.
—Mirá: lo cierto es que Saleme dijo que Lalo moriría y la acertó. Si el instrumento
de la muerte ha sido un atolondrado o un genio, no importa nada. Querés que se lo
use a Einstein para estos asuntos? Vos estabas pidiendo hechos. La muerte de Lalo
es un hecho, sí o no?
—Bueno, sí.
—No sé por qué entonces te empeñás en negar la videncia.
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