invertir en un negocio con platos voladores, no voy a seguir su consejo nada más
que porque a los treinta era un lince para la fabricación de dólares.
—Dejá de salirte por la tangente y decime si has sentido hablar de Saleme, sí o no.
—Es imposible vivir en Buenos Aires sin oír hablar de ese sujeto.
—Habrás oído entonces cosas bien concretas.
—Nada preciso.
—Ah, lo de Etcheverry tampoco te parece preciso.
—Lo de Etcheverry?
—Sí, la muerte de Etcheverry.
—Qué, se murió Etcheverry?
—Vamos, no te hagas ahora el hombre que vive en la Luna.
—Bueno, está bien. Qué es lo que predijo ese caballero.
—Te lo acabo de decir: la muerte de Etcheverry. Había cantidad de gente. No sé
cómo fueron exactamente las cosas pero...
—Ya empezamos. Nunca se sabe EXACTAMENTE lo que pasó.
—Dejame hablar, pucha digo. En un momento dado, Etcheverry dijo algo irónico
sobre Saleme. No sé si Saleme lo oyó o no...
—Si es vidente no necesita oírlo.
—Justamente: el turco se puso lívido y le dijo a uno que estaba al lado...
—Uno, uno... siempre lo mismo, siempre la misma imprecisión. Y después hablan
de hechos. O dicen generalidades o cuentan cosas equivocadas, que todo el mundo
trata de arreglar, con esa curiosa propensión a la ayuda que tienen cuando tratan
de justificar a esos tipos. Te habla de un ropero gris. Y luego resulta que no era un
ropero sino un placard, después "algo" que no es placard pero que se le parece.
Pero no, pensándolo bien era una mesa con cajones, y no era gris sino color caoba.
Etcétera. Pero todos están ansiosos porque el sujeto haya acertado y miran con
resentimiento al pobre en cuestión, al examinado por ese Superman. Todos se
apuran a justificarlo. Y al final no era ni un ropero, ni una mesa con cajones, ni gris
ni caoba: era una linotipo, un jarrón chino...
Puede decirse que el doctor Arrambide estaba casi enojado. Se estiró las mangas
de la camisa y se ajustó la corbata.
—Escuchá, aprendé al menos a escuchar, ya que pretendés tener espíritu científico.
El turco se puso lívido y le comentó al que estaba al lado...
—Al que estaba al lado! Quién era? Cómo se llamaba ese caballero clave. Datos
precisos, por favor. Cifras, nombres, fechas. No me vengan con generalidades.
—Qué sé yo quién era el que en ese momento estaba al lado. Pero hay varias
personas que pueden testimoniar: Lalo Palacios, Ernesto mismo estaba ahí, no es
cierto?
—Sí —admitió Sabato, siempre mirando el suelo.
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