Oesterheld, Héctor – El Eternauta y otros cuentos de ciencia ficción
violento e inconfundible más allá. Los árboles impedían verlo, pero era un
helicóptero.
—Está volando sobre el helicóptero incendiado —explicó el teniente.—¡Allá
está!
—Sí, al fin podemos verlo: un helicóptero igual al que nosotros tripulamos un
poco antes. Tres hombres robots en la burbuja con telecomandos en la nuca.
—Vuela hacia nosotros...
— Están transmitiendo —dijo Favalli.
Me fijé mejor: sí, el hombre robot sentado al lado del piloto hablaba con
rapidez.
Un micrófono de garganta, seguro.
—Estará informando sobre nuestras posiciones al mano que lo manda... Si yo
fuera ustedes, ahora mismo lo bajaba —concluyó Favalli.
El capitán Timer, desde algún otro lado del boscaje, debió de ser de la misma
opinión porque apenas Favalli había hablado oímos el crepitar de carabinas de
tiro rápido.
El plexiglás de la burbuja, transparente como el cristal, quedó de pronto
nublado, astillado por las perforaciones de los proyectiles. Los tres hombres
robots estaban ya fuera de combate.
Pero no: aunque sin duda herido, el piloto maniobró para alejarse. Entonces,
algo así como un bufi