Oesterheld, Héctor – El Eternauta y otros cuentos de ciencia ficción
mismo partiremos.
Ordenes, llamadas insistentes con una extraña chicharra.
De todas partes empezaron a llegar hombres. Me sorprendió que fueran
tantos. Como si supieran de memoria lo que hacían empezaron a desmontar la
tienda, a desconectar los diferentes aparatos que la ocupaban. La antena
exterior fue desarmada y en seguida todo estuvo repartido en unidades
individuales, fáciles de transportar a pulso.
Ya la "tienda" había sido plegada; el capitán Timer y el teniente Gustave
empezaban a andar hacia un lado del claro. Los hombres, cargados con las
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