Oesterheld, Héctor – El Eternauta y otros cuentos de ciencia ficción
Pero no, aquello sería absurdo...
—Es la radio —la mujer sonrió débilmente, al advertir mi sobresalto—. Una
radio a pilas secas... Debe haberla encendido el Bocha. Lo encerré con llave
cuando bajé: debe estar asustadísimo. Voy con él.
La seguí, totalmente aturdido, más por el brusco cambio de la situación que
por el golpazo que recibiera en la nuca.
—Atención... Atención... —la radio seguía.
El "speaker" debía ser mejicano o centroamericano por la forma de pronunciar.
Entramos a la habitación. El chico se incrustó literalmente en la madre,
llorando.
—Oí el tiro... —fue todo lo que atinó a decir. La mujer lo abrazó, trató de
calmarlo. Yo, lo confieso, me preocupé poco por ellos; todo lo que me
interesaba era la radio. Hasta entonces no había oído ningún mensaje del
mundo exterior... Ni siquiera sabía con certeza si había algún mundo exterior
al área de la invasión. Los únicos mensajes que había captado antes, con
Favalli y los otros, habían resultado trampas tendidas por los mismos Ellos.
—Volvemos a transmitir ahora para América del Sur... Queda confirmado que
la invasión, aunque muy extendida en el continente, abarca sólo áreas
reducidas. Es muy grande la superficie que no ha sido afectada por la
invasión, y es mucho más numerosa de lo que se creía en un primer momento
la cantidad de sobrevivientes... Se aconseja a lodos la mayor calina y también
la mayor prudencia: por el momento es inútil pensar en ataques aislados
contra el invasor: sus armas son demasiado poderosas. Y volvemos a destacar
el enorme peligro de los hombres robots: es por eso que conviene mantenerse
alejado de los invasores, para no ser apresados y convertirse en instrumentos
del enemigo. Cada persona, cada familia debe quedarse en su casa
ocultándose lo mejor que pueda. Deben tener completa fe de que muy pronto
llegará el contraataque que, tal vez en cuestión de horas, aniquilará la
invasión. Como informáramos anteriormente, los gobiernos de los Estados
Unidos, de Rusia, Inglaterra y Francia, ya están completamente de acuerdo
para una acción conjunta contra el invasor: se ha designado comandante
supremo... —un zumbido, un ruido áspero, la pequeña radio de fabricación
japonesa no fue de pronto otra cosa que una pequeña cajita de material
plástico llena de zumbidos...
—Han interferido la transmisión... Siempre ocurre lo mismo... —la mujer
recorrió todo el largo del dial, pero fue inútil—. Por suerte alcanzamos a
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