Oesterheld, Héctor – El Eternauta y otros cuentos de ciencia ficción
Por un instante creí que era el hierro que me había golpeado pero no: había
sido un balazo disparado a un par de metros. Pedro Bartomelli,
enderezándose, trataba de volverse. Finalmente el brazo armado con la
barreta se abatió y el hierro cayó con ruido sordo sobre el piso de tierra.
Después las rodillas de Pedro Bartomelli se aflojaron y se derrumbó hecho un
ovillo.
Allí quedó, con una mano moviéndose espasmódicamente, en saludo
absurdo...
Entonces la vi: allí estaba la mujer, con la pistola humeante en la mano. Me
apuntaba a mí...
—Pero... —dije cuando creí que ya me disparaba.
—No se preocupe... —bajó el arma, se pasó la mano cansada por el rostro—.
Entre él y yo no había nada... Llegué hace menos de una hora en un bote y
prometió ayudarme; a mí y a Bocha... ¡Pero era un monstruo!
Con un estremecimiento, la mujer miró a un lado, hacia el cuerpo caído, y
retrocedió como si el muerto pudiera hacerle algo todavía.
—Allí... —y señaló hacia una espesura de plantas de hojas anchas—. Allí, en
esa zanja, hay por lo menos cinco personas muertas... A todos los mató él: él
mismo me lo dijo, como vanagloriándose... Parece que era la familia de los
dueños del chalet. Dijo que si no le obedecía, me mataría como a ellos: fue por
eso que me los mostró. Suerte que llegó usted...
—Pero... ¿por qué los mató?
—Dijo que era la ley de la jungla... Que todavía tendría que matar a muchos
más, hasta sentirse bien seguro. A usted lo recibió y le conversó hasta que
averiguó si podía serle útil o no...
Miré al caído, de bruces, con el brazo estirado: ya no saludaba más... No era
culpable de lo ocurrido, ¿cómo culparlo por haber reaccionado con tanta
violencia ante una situación tan inesperada como la de la nevada mortal? Era
un hombre de acción, y había reaccionado ante la emergencia de la única
forma a la que estaba acostumbrado.
—Atención... Atención... —una voz metálica, allá arriba, dentro del chalet, me
sacudió como un latigazo. ¿Pedro tendría compañeros, ocultos dentro de la
casa?
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