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«están regulados por una ley semejante a la que regula entre ellos y justifica las pasiones de los personajes del drama musical. Éstos no ceden a sus instintos, a sus deseos, no rigen sus impulsos, no frenan la voluntad para bien o para mal, sino mediante una ley armónica y estructural, y sería vano y estéril tratar de explicarse el mundo de sus efectos mediante la confrontación con los humanos. Ahora bien, el sentimiento del horror, del miedo, del abatimiento, como también el de la alegría desenfrenada y salvaje, son, para Poe, como otras tantas tonalidades o tiempos musicales, con los cuales organiza la estructura de sus dramas... y sólo un orden similar al armónico preside y regula las relaciones entre la intriga y aquellos a quienes sería mejor llamar figuras antes que personajes, y que deben habitarla... La caída de la casa Usher constituye la obra maestra de esta poesía, a la vez que el corolario de esta poética. El argumento —que también tiene su relieve—, los personajes, sus contrastes y, en una palabra, su drama son movidos como otras tantas estructuras indispensables para conseguir la armonía de la composición, pero no más que eso. Es interesante notar, así, que las tres imágenes o figuras del huésped, Lady Madeline y Usher, son después la misma figura, la cual se reviste de ese triple ropaje tan sólo para poder habitar más intensamente, y ubicarse con mayor libertad en el escenario, en la atmósfera del cuento; atmósfera que, más fácilmente susceptible de cuajar en torno suyo esa musicalidad (en el sentido antes expuesto), constituye la protagonista absoluta de este excepcional ciclo poético». Gioconda de Poe, caja de resonancia por excelencia, La caída de la casa Usher ha suscitado las más variadas y contradictorias interpretaciones. Arthur Hobson Quinn, Lyle H. Kendall, Jr., Harry Levin, Darrel Abel, Richard Wilbur, Edward H. Davidson, Maurice Beebe, James M. Cox, Marie Bonaparte, por no citar más que un pequeño número de críticos y exégetas, han escrutado este relato en busca de sus claves y del secreto de su fascinación. Revelación mesmérica Mesmeric Revelation. Columbian Lady’s and Gentleman‘s Magazine, agosto de 1844 (48) Por lo que respecta al episodio, de este relato habrá de salir Valdemar; en cuanto a su contenido especulativo, Eureka desarrollará muchos gérmenes aquí presentes. El relato refleja el vivo interés contemporáneo por el mesmerismo. Poe se familiarizó con el tema, leyendo su abundante bibliografía científica o seudocientífica y asistiendo a conferencias de «magos» tales como Andrew Jackson Davis, de quien se burlaría más tarde. Jamás aceptó los principios del mesmerismo, pero usaba sus materiales con la destreza de que da cuenta un episodio registrado en Marginalia, CCIV. El poder de las palabras The Power of Words. United States Magazine and Demacratic Review, junio de 1845 (56) Éste y los dos cuentos (o poemas, o diálogos metafísicos) siguientes continúan en el