quiere decir «condenar con fingidos elogios»; pues bien, ¿quién podía dejar de advertir aquí
el encubierto propósito del Daddy... vale decir glorificar mediante débiles insultos?
Pero lo que el Daddy había decidido decir a la Mosca no era asunto mío. En cambio sí
lo era lo que decía de mí. Después de la nobilísima manera con que el Owl, el Toad y el
Mole se habían expresado acerca de mis aptitudes, resultaba insoportable que un diarucho
como el Daddy-Long-Legs se refiriera fríamente a mí calificándome tan sólo de «caballero
de vastos talentos y profundos conocimientos». ¡Caballero! Instantáneamente me resolví a
obtener excusas por escrito o llevar las cosas a otro terreno.
Imbuido de este propósito, busqué un amigo a quien pudiera confiar un mensaje para el
director del Daddy, y como el director del Lollipop me había dado señaladas muestras de
consideración, decidí solicitar su asistencia.
Jamás he llegado a explicarme de manera satisfactoria la muy extraña expresión y
actitud con las cuales escuchó Mr. Crab la explicación de mis intenciones. Una vez más
representó la escena del cordón de la campanilla y el garrote, sin omitir el pato. En un
momento dado creí que iba realmente a graznar. Pero su acceso cedió como la vez anterior,
y se puso a hablar y a obrar de manera racional. Rechazó, sin embargo, ser portador del
desafío, y me disuadió de que lo enviara, aunque fue lo bastante sincero como para admitir
que el Daddy-Long-Legs se había equivocado lamentablemente, sobre todo en lo referente a
los epítetos «caballero» y de «profundos conocimientos».
Hacia el final de la entrevista, Mr. Crab, que parecía interesarse paternalmente por mí,
sugirió que podría ganar honradamente algún dinero y al mismo tiempo aumentar mi
reputación si de cuando en cuando hacía de Thomas Hawk para el Lollipop.
Supliqué a Mr. Crab que me dijera quién era Mr. Thomas Hawk y de qué manera
tendría yo que hacer su papel.
Mr. Crab abrió mucho los ojos (como decimos en Alemania), pero luego, recobrándose
de un profundo ataque de estupefacción, me aseguró que había empleado las palabras
«Thomas Hawk» para evitar la baja forma familiar «Tommy», pero que la verdadera forma
era Tommy Hawk, es decir, tomahawk, y que la expresión «hacer de tomahawk»
significaba escalpar, intimidar y, en una palabra, moler a palos al rebaño de los autores del
momento.
Aseguré a mi protector que si se trataba de eso estaba perfectamente decidido a hacer
de Thomas Hawk. En vista de lo cual Mr. Crab me propuso liquidar inmediatamente al
director del Gad-fly empleando el estilo más feroz que me fuera posible y dando la suma de
mis posibilidades. Así lo hice sin perder un instante, escribiendo una reseña del «Aceite de
Bob» (el original) que ocupaba treinta y seis páginas del Lollipop. Lo cierto es que hacer de
Thomas Hawk me resultó una ocupación mucho menos pesada que la de poetizar, pues me
confié completamente a un sistema, y la cosa resultó de una facilidad extraordinaria. He
aquí cómo procedía. En un remate compré ejemplares baratos de los Discursos de Lord
Brougham, las obras completas de Cobbett, el diccion