tenemos inconvenientes en librar un pagaré a nueve meses; siempre, claro está, que
podamos disponer nuestros negocios de manera de estar seguros de liquidarlo en seis.
Espero sinceramente, señor Bob, que considerará usted satisfactoria esta explicación.
Mr. Crab guardó silencio con lágrimas en los ojos.
Herido en lo más hondo del alma por haber sido, aunque inocentemente, causante de un
dolor a una persona tan sensible, me apresuré a pedirle disculpas, asegurándole que
coincidía en todo con su punto de vista y que apreciaba perfectamente lo delicado de su
situación. Y luego de manifestar todo esto en un discurso claro y conciso, me despedí de
Mr. Crab.
Poco tiempo más tarde, una hermosa mañana «me desperté y supe que era famoso»116.
La extensión de mi renombre podrá apreciarse mejor a través de las opiniones de los
editoriales del día. Como se verá, dichas opiniones hallábanse incluidas en las reseñas
críticas del número de Lollipop, donde había aparecido mi poema, y eran tan satisfactorias
y concluyentes como diáfanas, con la excepción quizá de las marcas jeroglíficas Sep. 15-1
t, agregadas a cada una de dichas reseñas.
El Owl, diario de profunda sagacidad, y bien conocido por lo grave y ponderado de sus
decisiones literarias, hablaba como sigue:
«¡El Lollipop! El número de octubre de esta deliciosa revista supera a los anteriores,
desafiando toda competencia. En la belleza de su tipografía y su papel, en el número y
excelencia de sus grabados al acero, así como en el mérito literario de sus colaboraciones,
el Lollipop está tan por encima de sus lerdos rivales como Hiperión de un sátiro. Cierto es
que el Hum-Drum, el Rowdy-Dow y el Goosetherumfoodle descuellan en fanfarronería;
pero, para todo el resto, ¡que nos den el Lollipop! No llegamos a comprender, en verdad,
cómo esta revista consigue subvenir a sus enormes gastos. Sabemos, eso sí, que tiene una
circulación de 100.000 ejemplares, y que su lista de suscriptores ha aumentado en un cuarto
a lo largo del mes pasado; pero, por otra parte, las sumas que desembolsa continuamente en
pago de colaboraciones son inconcebibles. Se afirma que Mr. Slyass ha recibido no menos
de treinta y siete centavos y medio por su inimitable artículo sobre “Cerdos”. Con Mr. Crab
en la dirección, y con colaboradores tales como Snob y Slyass, la palabra “fracaso” no
existe para Lollipop. ¡Suscríbase usted! Sep. 15-1 t»
Debo confesar que me sentí muy contento con una reseña tan cordial proveniente de un
periódico respetable como el Owl. Que mi nombre —es decir, mi nom de guerre—
apareciera colocado antes que el del gran Slyass, me pareció un cumplido tan feliz como
merecido.
De inmediato llamáronme la atención los siguientes párrafos del Toad, periódico
altamente distinguido por su rectitud e independencia, y por prescindir de toda sicofancia y
servilismo hacia los que ofrecen co