Habíame acostumbrado a considerar al director del Gad-fly como a un ser sobrehumano,
pero Mr. Crab no tardó en quitarme esa idea. Tanto el aspecto literario como el personal de
la Mosca115 —así calificaba satíricamente a su rival— fueron expuestos a su verdadera luz.
La Mosca no valía nada. Había escrito cosas infames. Era un escritorzuelo de a un centavo
la línea. Era un malvado. Había compuesto una tragedia que hizo morir de risa a todo el
país, y una farsa que sumió el mundo en lágrimas. Fuera de esto, había tenido la
imprudencia de publicar un panfleto contra él (Mr. Crab) y la temeridad de calificarlo de
«asno». Si en cualquier momento deseaba yo expresar mi opinión sobre Mr. Mosca, las
páginas del Lollipop quedaban ilimitadamente a mi disposición. En el ínterin, era seguro
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