aparecía una extraña figura que se apoderó por completo de mi atención. La pintura
representaba al Tiempo tal como se lo suele figurar, salvo que, en vez de guadaña, tenía lo
que me pareció la pintura de un pesado péndulo, semejante a los que vemos en los relojes
antiguos. Algo, sin embargo, en la apariencia de aquella imagen me movió a observarla con
más detalle. Mientras la miraba directamente de abajo hacia arriba (pues se encontraba
situada exactamente sobre mí) tuve la impresión de que se movía. Un segundo después esta
impresión se confirmó. La oscilación del péndulo era breve y, naturalmente, lenta. Lo
observé durante un rato con más perplejidad que temor. Cansado, al fin, de contemplar su
monótono movimiento, volví los ojos a los restantes objetos de la celda.
Un ligero ruido atrajo mi atención y, mirando hacia el piso, vi cruzar varias enormes
ratas. Habían salido del pozo, que se hallaba al alcance de mi vista sobre la derecha. p