de su derrota yace en su suposición de que el ministro es un loco porque ha logrado
renombre como poeta. Todos los locos son poetas en el pensamiento del prefecto, de donde
cabe considerarlo culpable de un non distributio medii por inferir de lo anterior que todos
los poetas son locos.
—¿Pero se trata realmente del poeta? —pregunté—. Sé que D... tiene un hermano, y
que ambos han logrado reputación en el campo de las letras. Creo que el ministro ha escrito
una obra notable sobre el cálculo diferencial. Es un matemático y no un poeta.
—Se equivoca usted. Lo conozco bien, y sé que es ambas cosas. Como poeta y
matemático es capaz de razonar bien, en tanto que como mero matemático hubiera sido
capaz de hacerlo y habría quedado a merced del prefecto.
—Me sorprenden esas opiniones —dije—, que el consenso universal contradice.
Supongo que no pretende usted aniquilar nociones que tienen siglos de existencia
sancionada. La razón matemática fue considerada siempre como la razón por excelencia.
—Il y a à parier —replicó Dupin, citando a Chamfort— que toute idée publique, toute
convention reçue est une sottise, car elle a convenu au plus grand nombre. Le aseguro que
los matemáticos han sido los primeros e