cementerios, ni cuentos de miedo como éste. En poco tiempo me convertí en un hombre
nuevo y viví una vida de hombre. Desde aquella noche memorable descarté para siempre
mis aprensiones sepulcrales, y con ellas se desvanecieron los trastornos catalépticos, de los
cuales fueran, quizá, menos consecuencia que causa.
Hay momentos en que, aun para el sereno ojo de la razón, el mundo de nuestra triste
humanidad puede cobrar la apariencia del infierno, pero la imaginación del hombre no es
Caratis para explorar con impunidad todas sus cavernas. ¡Ay!, la torva legión de los terrores
sepulcrales no puede considerarse totalmente imaginaria, pero, como los Demonios en cuya
compañía Afrasiab realizó su viaje por el Oxus, deben dormir o nos devorarán, debemos
permitirles el sueño, o pereceremos.