Medicine-Creek; pero la tentativa le parecía demasiado americana.
-Por otra parte -pensó-, hay otra cosa más sencilla que ni siquiera se le ocurre a esa gente.
Caballero -dijo a uno de los viajeros-, el medio propuesto por el maquinista me parece algo
aventurado, pero...
-¡Ochenta probabilidades! --respondió el viajero, que le volvió la espalda.
-Bien lo sé -respondió Picaporte, dirigiéndose a otro-, pero una simple reflexión.
-No hay reflexión, es inútil -respondió el americano, encogiéndose de hombros-, puesto que
el maquinista asegura que pasaremos.
-Sin duda, pasaremos; pero sería quizá más prudente...
-¡Cómo prudente! --exclamó el coronel Proctor, a quien hizo dar un salto esa palabra oída
por casualidad-. ¡Os dicen que a toda velocidad! ¿Comprendéis? ¡A toda velocidad!
-Ya sé, ya comprendo --repetía Picaporte, a quien nadie dejaba acabar-; pero sería, si no más
prudente, puesto que la palabra os choca, al menos más natural...
-¿Quién? ¿Cómo? ¿Qué? ¿Qué tiene que decir ése con su natural? -gritaron todos.
Ya no sabía el pobre mozo de quién hacerse oír.
-¿Tenéis acaso miedo? -le preguntó el coronel Proctor.
¡Yo miedo! ~-exclamó Picaporte-. Pues bien; sea. Yo les enseñaré que un francés puede ser
tan americano como ellos.
-¡Al tren, al tren! -gritaba el conductor.
-¡Sí, al tren! -repetía Picaporte-: ¡Al tren! ¡Y al instante! ¡Pero nadie me impedirá pensar
que hubiera sido más natural pasar primero el puente a pie, y luego el tren!...
Nadie oyó tan cuerda reflexión, ni nadie hubiera que ɥ