Test Drive | Page 63

contaba con ello. Por lo demás, toda la tripulación desplegaba su celo ante la recom~ensa, que engolosinaba a la gente. No había, por consiguiente, escota que no se hallase bien tendida, ni vela que no estuviese bien reclamada, ni podía imputarse al timonel ningún falso borneo. No se hubiera maniobrado con más maestría en una regata del "Royal Yacht Club". Por la tarde, el piloto reconocía como recorridas doscientas veinte millas desde Hong-Kong, y Phileas Fogg podía esperar que al llegar a Yokohama no tendría tardanza ninguna que apuntar en su programa. Por consiguiente, el primer contratiempo serio que experimentaba desde su salida de Londres, no le causaría, probablemente, perjuicio alguno. Durante la noche, hacia las primeras horas de la mañana, la "Tankadei-a" entraba francamente en el estrecho de Fo-Kieu, que separa la costa china de la gran isla de Formosa, y cortaba el trópico de Cáncer. El mar estaba muy duro en dicho estrecho, lleno de remolinos, formados por las contracorrientes. La goleta iba muy trabajada. La marejada quebrantaba su marcha, y era muy difícil tenerse de pie sobre cubierta. Con el alba, el viento arreció más. Había en el cielo apariencias de un cercano chubasco. Además, el barómetro anunciaba un próximo cambio en la atmósfera; su marcha diuma era irregular, y el mercurio oscilaba caprichosamente. La marejada hacia el Sureste se presentaba ampollada, como indicio precursor de la tempestad. La víspera se había puesto el sol entre una bruma roja, en medio de los destellos forforescentes del Océano. El piloto examinó, durante mucho tiempo, aquel mal aspecto del cielo, y munnuró, entre dientes, algunas palabras poco inteligibles. En cierto momento, dijo en voz baja a su pasajero: -¿Puede decirse todo a Vuestro Honor? -Todo -respondió Phileas Fogg. -Pues bien; vamos a tener chubasco. -¿Del Norte o del Sur? -preguntó sencillamente mister Fogg. -Del Sur. Vedio. Se está preparando un tifón. -Vaya por el tifón del Sur, puesto que nos empujará hacia el buen lado -respondió Fogg. -Si así lo tomáis -replicó el piloto-, nada tengo que decir. Los presentimientos de John Bunsby no lo engañaban. En una época menos avanzada del año, el tifón según expresiones de un célebre meteorólogo, se hubiera desvanecido en cascada luminosa de llamarada eléctrica; pero en el equinoccio de invierno era de temer que se desencadenase con violencia. El piloto tomó sus precauciones de antemano. Arrió todas las velas sobre cubierta. Los botadores fueron despasados. Las escotillas se condenaron cuidadosamente. Ni una gota de agua podía penetrar en el casco de la embarcació