Verificadas las compras, mister Fogg y la joven entraron en el hotel, y comieron en la mesa
redonda, donde estaba servida suntuosamente. Después, mistress Aouida, algo cansada, se fue
a su cuarto, estrechando antes la mano de su imperturbable salvador.
El honorable gentleman pasó toda la velada leyendo el "Times" y el "Ilustrated London
News".
Si algo debiera haberio asombrado, era no haber visto a su criado a la hora de acostarse;
pero, sabiendo que el vapor no salía de Hong-Kong hasta el siguiente día, no se preocupó de
ello. Picaporte no acudió, sin embargo, por la mañana, al llamamiento de la campanilla.
Nadie hubiera podido decir lo que pensó el honorable gentleman, al saber que su criado no
había vuelto a la fonda. Mister Fogg no hizo más que tomar su saco, avisar a mistress Aouida
y enviar a buscar un palanquín.
Eran entonces las ocho, y la marea, que debía aprovechar el "Carnatic" para su salida, estaba
indicada para las nueve y media.
Cuando el palanquín llegó a la puerta de la fonda, mister Fogg y mistress Aouida subieron
al confortable vehículo, y el equipaje siguió detrás en una carretilla.
Media hora más tarde, los viajeros bajaban al muelle de embarque, y allí supieron que el
"Carnatic" se había marchado la vispera.
Mister Fogg, que esperaba encontrar, a la vez, el buque y a su criado, tuvo que pasar sin el
uno y sin el otro; pero en su rostro, no apareció ninguna señal de inquietud, y se contentó con
responder.
-Es un incidente, señora, y nada más.
En aquel momento, un personaje, que lo observab H