orden de tomar dos billetes de primera para París, y después, al volverse, se encontró con sus
cinco amigos del Reform-Club.
-Señores, me voy; y como he de visar mi pasaporte en diferentes puntos, eso os servirá para
comprobar mi itinerario.
-¡Oh, mister Fogg -respondió cortésmente Gualterio Ralph- es inútil! ¡Nos bastará vuestro
honor de caballero!
-Más vale así --dijo mister Fogg.
-No olvidéis que debéis estar de vuelta... -observó Andrés Stuart.
-Dentro de ochenta dias -respondió mister Fogg-; el sábado 21 de diciembre de 1872 a las
ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche. Hasta la vista, señores.
A las ocho y cuarenta, Phileas Fogg y su criado tomaron asiento en el mismo
compartimento. A las ocho y cuarenta y cinco resonó un silbido, y el tren se puso en marcha.
La noche estaba oscura. Caía una lluvia menuda. Phileas Fogg, arrellanado en un rincón, no
hablaba. Picaporte, atolondrado todavía, oprimía maquinalmente sobre sí el saco de los
billetes de banco.
Pero el tren no había pasado aún de Sydenham cuando Picaporte dio un verdadero grito de
desesperación.
-¿Qué es eso? -Preguntó mister Fogg.
-Que ... en mi precipitación... en mi turbación... he olvidado ...
-¿Qué?
-¡Apagar el gas de mi cuarto!
-Pues bien, muchacho -respondió fríamente mister Fogg-, seguirá por cuenta vuestra.
V
Phileas Fogg, al dejar Londres, no sospechaba, sin duda, el ruido grande que su partida iba a
provocar. La noticia de la apuesta se extendió primero en el Reform-Club y produjo una
verdadera emoción entre los miembros de aquel respetable círculo. Luego, del club la
emoción pasó a los periódicos por la vía de los reporteros, y de los periódicos al público de
Londres y de todo el Reino Unido.
Esta cuestión de la vuelta al mundo se comentó, se discutió, se examinó con la misma
pasión y el mismo ardor que si se hubiese tratado de otro negocio del "Alabama". Unos se
hicieron partidarios de Phileas Fogg; otros ---que pronto formaron una considerable mayoríase pronunciaron en contra de él. Realizar esta vuelta al mundo de otra suerte que en teoría o
sobre el papel, en este minimum de tiempo, con los actuales medios de comunicación, era no
solamente imposible: era insensato.
El "Times", el "Standard", el "Evening-Star', el "Morning-Chronicle" y veinte periódicos
más de los de mayor circulación se declararon contra el señor Fogg. únicamente el
"Daily-Telegraph" lo defendió hasta cierto punto. Phileas Fogg fue tratado como maniático y
loco, y a sus colegas del Reform-Club se les criticó por haber aceptado esta apuesta, que
acusaba debilidad en las facultades mentales de su autor.
Se publicaron acerca del asunto varios artículos extremadamente apasionados, pero lógicos.
Todo el mundo sabe el interés que se dispensa en Inglaterra a todo lo que hace relación con la
geografía. Así es que no había lector, cualquiera que fuese la clase a que perteneciese, que no
devorase las columnas consagradas al caso de Phileas Fogg
Durante los primeros días algunos ánimos atrevidos -las mujeres principalmente- se
decidieron por él, sobre todo cuando el "llustrated London News" publicó su retrato, tomado
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