suyo; cuando pensaba que esa enorme apuesta, con los gastos considerables de tan inútil viaje,
arruinaba a mister Fogg, se llenaba a sí mismo de injurias.
Sin embargo, mister Fogg no le dirigió reconvención alguna, y al abandonar el muelle de los
vapores transatlánticos, no dijo más que estas palabras:
-Mañana veremos lo que se hace, venid.
Mister Fogg, mistress Aouida, Fix y Picaporte, atravesaron el Hudson en el
"Jersey-City-Ferry-Boat" y subieron a un coche, que los condujo al hotel San Nicolás, en
Broadway.