Test Drive | Page 102

-Digo Liverpool. -No. -¿No? -No. Estoy en marcha para Burdeos. -¿No importa a qué precio? -No importa el precio. El capitán había hablado en un tono que no admitía réplica. -Pero los an-nadores de la "Enriqueta"... -repuso Phileas Fogg. -No hay más armadores que yo -respondió el capitán-. El buque me pertenece. -Lo fleto. -No. -Lo compro. -No. Phileas Fogg no pestañeó. Sin embargo, la situación era grave. No sucedía en Nueva York lo que en Hong-Kong, ni con el capitán de la "Enriqueta' lo que con el patrón de la "Tankadera". Hasta entonces, el dinero del gentleman había vencido todos los, obstáculos. Esta vez el dinero no daba resultado. Era necesario, sin embargo, hallar el medio de atravesar el Atlántico en barco, a no cruzarlo en globo, lo cual hubiera sido muy aventurado y nada realizable. A pesar de todo, parece que a Phileas Fogg se le ocurrió una idea, puesto que dijo al capitán: -Pues bien; ¿queréis llevarme a Burdeos? -No, aun cuando me dierais doscientos dólaes. --Os ofrezco dos mil. -¿Por persona? -Por persona. -¿Y sois cuatro? -Cuatro. El capitán Speedy comenzó a rascase la frente, como si hubiese querido arrancarse la epidermis. Ocho mil dólares que ganar, sin modificar el vitje, valían bien la pena de dejar a un lado sus antipatías hacia todo pasajero, pasajeros a dos mil dólares, por otra parte, no son ya pasajeros, sino mercancía preciosa. -Parto a las nueve -dijo nada más el capitán Speedy-, ¿y si vos y los vuestros no estáis aquí? -¡A las nueve estaremos a bordo! -respondió con no menos laconismo Phileas Fogg. Eran las ocho y media. Desembarcar de la "Enriqueta", subir a un coche, dirigirse al hotel de San Nicolás, traer a Aouida, Picaporte y el inseparable Fix, a quien ofreció pasaje "gratis" todo lo hizo el gentieinan con la calma que no le abandonaba nunca. En el momento en que la "Enriqueta" aparejaba, los cuatro estaban a bordo. Cuatido supo Picaporte lo que costaría esta última travesía, prorrumpió en un prolongado ¡oh! de esos que recorren todas las notas de la escala cromática descendente. En cuanto al inspector Fix, pensó que el Banco de Inglaterra no saldría indemnizado de este negocio. En efecto, al llegar, y admitiendo que mister Fogg echase todavía algunos puñados de billetes al mar, faltarían más de. siete mil libras en el saco. XXXIII Una hora después el vapor "Enriqueta" trasponía el faro, que marca la entrada del Hudson, doblaba la punta de Sandy-Hook y salía mar afuera. Durante el día costeó Long-lsland, pasó Página 102