Test Drive | Page 80

porque a cada nueva dificultad debíais renovar vuestro valor y fortaleza; porque os rodeaba el peligro y la muerte y debíais vencer ambas. Por esto la llamabais gloriosa, porque era una empresa digna. La posteridad os aclamaría como bienhechores de la humanidad; se veneraría vuestro nombre, como el de aquellos hombres valerosos que se enfrentaron con honor a la muerte en beneficio de la especie humana. ¡Y mirad ahora!: con la primera impresión de peligro, o, si lo preferís, la primera gran prueba, vuestro valor se desvanece y estáis dispuestos a pasar por hombres que no tuvieron la fuera suficiente para afrontar el frío y el peligro...; los pobres tenían frío y volvieron junto a sus chimeneas. En verdad que para esto no se hubieran requerido tantos preparativos; no teníais por qué haberos aventurado hasta aquí, ni hacer pasar a vuestro capitán por la vergüenza del fracaso, para demostrar que sois unos cobardes. ¡Sed hombres!, ¡sed más que hombres! Sed fieles a vuestros propósitos, firmes como las rocas. Este hielo no está hecho del mismo material del que podrían estar hechos vuestros corazones; es vulnerable, no puede venceros si os empeñáis en que no lo haga. No volváis a vuestras familias con la frente marcada por el estigma de la vergüenza. Regresad como héroes que lucharon y vencieron y que desconocen lo que es darle la espalda a su enemigo. A lo largo del discurso, su voz se había ido adaptando tan bien a los distintos sentimientos que expresaba, y sus ojos brillaban tan llenos de heroísmo y sana ambición, que no fue de extrañar que mis hombres se conmovieran. Se miraron unos a otros, sin saber qué decir. Yo me dirigí a ellos, y les rogué que recapacitaran sobre lo que habían oído; añadí que por mi parte no seguiría avanzando hacia el norte en contra de su voluntad, pero que esperaba que, tras considerarlo, recobraran el valor perdido. Salieron, y me volví hacia mi amigo; pero se hallaba muy abatido y casi privado de aliento. Ignoro cómo concluirá todo esto; pero preferiría la muerte a regresar, cubierto de vergüenza, sin haber podido alcanzar mis objetivos. Sin embargo, temo que ese sea mi destino; sin el ánimo que les pudiera infundir la idea de la gloria y el honor, mis hombres jamás se avendrán a proseguir sus actuales penurias. 7 de septiembre ¡La suerte está echada!, he accedido a nuestro regreso si los hielos nos lo permiten. Veo truncadas mis esperanzas por la cobardía y la indecisión; regreso desilusionado e ignorante. Necesitaría más tolerancia de la que me ha sido dada para sufrir esta injusticia con paciencia. 12 de septiembre Todo ha concluido; vuelvo a Inglaterra. He perdido mis esperanzas de gloria y mi ansia de servir a la humanidad; y he perdido a mi amigo. Pero trataré, querida hermana H