aparar con sus preguntas? ¡No insista! Aprenda de mis sufrimientos, y no se empeñe en aumentar los
suyos.
Frankenstein observó que tomaba notas de su narración; quiso verlas, y él mismo las corrigió y
aumentó en muchos puntos; sobre todo en los diálogos con su enemigo, a los que dotó de mayor
autenticidad.
––Ya que ha anotado usted mi narración ––dio––, no quisiera que la posteridad la heredara en
forma mutilada.
Así ha transcurrido una semana, escuchando la historia más extraña que jamás hubiera podido
concebir imaginación alguna. El interés que siento por mi huésped, y que ha despertado tanto su
relato como la nobleza y dulzura de su carácter, me ha seducido la mente y e [XH܈