Caballo de Troya
J. J. Benítez
Unidos. Los periódicos publicaron entonces que la dimisión del director de la CIA se debía a
«profundos desacuerdos de Helms con Kissinger en asuntos relacionados con la seguridad del
Estado». No iban descaminados, aunque nunca supieron las verdaderas razones de aquella
drástica «operación quirúrgica» en la cúspide de la Agencia Central de Inteligencia y del Alto
Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos.
Una vez capeado el temporal, Curtiss regresó a Jerusalén, reincorporándose a los últimos
preparativos de la que -sin duda- iba a ser una de las más grandes aventuras de la Historia de
la Humanidad.
El 25 de enero de 1973, la «cuna» reposaba ya en el centro del barracón principal. Había
sido montada en su totalidad, excepción hecha de los cuatro puntos de apoyo. Estos, por
elementales razones de prudencia, no serían ensamblados hasta pocas horas antes del
despegue. Un hábil dispositivo hidráulico permitía una total apertura de la techumbre del
improvisado hangar en el que se desarrollaban nuestras operaciones. De esta forma, y según lo
previsto, el lanzamiento del módulo en la noche del 30 de enero no tendría por qué presentar
especiales dificultades.
Supongo que la persona que lea este diario se preguntará cómo un artefacto de las
características de nuestra «cuna» podía elevarse sobre el monte Olivete sin llamar la atención
de la población y del ejército israelita. Mucho antes de poner en marcha esta operación, el
proyecto Swivel había incorporado a sus módulos -como condición básica para todas o casi
todas las misiones futuras- un sistema de emisión permanente de radiación infrarroja. La
«cuna», en el caso que me ocupa, disponía de una especie de «membrana» exterior que
recubría la totalidad del vehículo y cuyas funciones -entre otras que no puedo especificar- eran
las siguientes1:
1.ª Apantallamiento del módulo, mediante un «escudo» o «colchón» de radiación infrarroja
(por encima de los 700 nanómetros).
Esta fuente de luz infrarroja hacía invisible la totalidad del aparato, pudiendo maniobrar por
encima de cualquier núcleo humano sin ser vistos. Como apuntaba anteriormente, este
requisito era del todo imprescindible para nuestras observaciones, no lastimando así el ritmo
natural de los individuos que se pretendía estudiar o controlar.
2.ª Absorción -sin reflejo o retorno- de las ondas decimétricas, utilizadas fundamentalmente
en los radares. (En el caso de las pantallas militares israelitas, estos dispositivos de seguridad
fueron previamente ajustados a las ondas utilizadas por tales radares: 1 347 y 2 402
megaciclos.) Este sencillo procedimiento anulaba la posibilidad de localización electrónica del
módulo, mientras era elevado a 800 pies, punto ideal para la inmediata fase de inversión de
masa.
3.ª La «membrana» que cubre el blindaje exterior de la «cuna» (cuyo espesor total es de
0,0329 metros) debía provocar una incandescencia artificial que eliminase cualquier tipo de
germen vivo y que siempre podían adherirse a su superficie. Esta precaución evitaba que tales
gérmenes resultaran invertidos tridimensionalmente con la nave. Un involuntario «ingreso» de
tales organismos en otro «tiempo» o en otro marco tridimensional hubiera podido acarrear
imprevisibles consecuencias de carácter biológico.
En cuanto al inevitable rugido del motor a chorro J85, que debía situarnos en el
«estacionario» ya mencionado, los científicos habían logrado reducirlo a un afilado silbido,
mediante la incorporación de potentes silenciadores.
1
Como información puramente descriptiva puedo decir que dicha membrana o cubierta de la «cuna» posee unas
propiedades de resistencia estructural muy especiales. Una finísima red vascular, por cuyos conductos fluye una
aleación licuable, mantiene activa la membrana. (Algunos de sus elementos -para que se hagan una idea- no ocupan
volúmenes superiores a 0,07 milímetros cúbicos, estando compuestos, a su vez, por microdispositivos fabricados a
escala celular.)
Este recubrimiento poroso de la «cuna» -de composición cerámica goza de un elevado punto de fusión: 7 260,64
grados centígrados, siendo su Poder de emisión externa igualmente muy alto. Su conductividad térmi 6