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Caballo de Troya J. J. Benítez tenor de sus barbas ralas y abundantes- eran mercenarios sirios o samaritanos. Generalmente, los romanos designaban a éstos cuando el condenado era un judío. El odio ancestral de aquellos contra los hebreos les convertía en ejecutores ejemplares... El Maestro había ido recobrándose. Uno de los verdugos le tomó entonces por las axilas, tirando de él hacia arriba. Pero el peso era excesivo y tuvo que pedir ayuda. Cuando, al fin, lograron incorporarlo, otro soldado -con un cazo de latón entre las manos- se situó frente al destrozado Nazareno, mientras los sayones, sin ningún tipo de contemplaciones, jalaban de sus cabellos, obligando a Jesús a levantar el rostro. Y así lo mantuvieron hasta que el romano que portaba el cazo vació el con FV