Caballo de Troya
J. J. Benítez
preso. Esa gracia, potestad que recaía en el procurador, constituía uno de los gestos de amistad
y simpatía de Roma hacia sus súbditos. Encerraba, en consecuencia, un eminente carácter
festivo y, durante los días precedentes, tanto los vecinos de Jerusalén como los miles de
peregrinos se hacían lenguas, apostando por uno u otro candidato. En esta ocasión, el nombre
que sonaba con más fuerza entre los hebreos era el de «Barrabás». Según José de Arimatea,
un miembro activo del grupo revolucionario «zelota», un «fulano de padre desconocido, vil y
sanguinario, capturado por las fuerzas romanas en una revuelta»1.
Aquella aclaración del anciano amigo de Jesús me hizo comprender muchas cosa 2