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Caballo de Troya J. J. Benítez «¡Lo había conseguido!» Durante algunos minutos, con el sobre entre las manos, disfruté de aquel espectáculo. No podía sospechar siquiera lo que contenían aquellos cilindros de cartón, pero eso -en aquellos instantes- era lo de menos. «¡Lo había conseguido...!» Lo daba todo por bien empleado: tiempo, dinero, soledad... Me dejé caer sobre el entarimado y, como si se tratase de una película, fui recordando los pasos que había seguido en aquellos meses. Pero, finalmente, la curiosidad se impuso y rasgué el sobre. En el exterior no había una sola palabra o indicación. Nada más sacar la hoja de papel que contenía identifiqué la letra picuda y agitada del mayor. Estaba fechada el 7 de abril de 1979, en Washington D.C. En ella, simplemente, hacía constar que su hermano... en el «gran viaje» había fallecido dos años atrás -en 1977- y que, siguiendo los impulsos de su propia conciencia, ese mismo 7 de abril de 1979 daba por concluido el diario de dicho viaje... El breve mensaje finalizaba con las siguientes palabras: Sólo pido a Dios que nuestro sacrificio pueda ser conocido algún día y que lleve la paz a los hombres de buena voluntad, de la misma forma que mi hermano... y yo tuvimos la gracia de encontraría. Al pie de la nota, el mayor suplicaba que la persona que tuviera acceso al diario y a la presente misiva, respetara el anonimato de ambos. Por esta razón he suprimido la identidad de la persona a la que hace mención el mayor