Caballo de Troya
J. J. Benítez
»No fue muy difícil -sobre todo después de poner en sus manos aquel rico presenteconvencer a Caifás de mis «honestas intenciones» de volver al seno del Sanedrín. «Después de
profundas reflexiones -le dije- he terminado por comprender que la razón te asiste: resulta
blasfemo que este galileo vaya pregonando la resurrección de los muertos...» El sumo
sacerdote se alegró de esta decisión mía, encomendándome que abogara cerca del resto de los
disidentes para que siguieran mi ejemplo.
»Gracias a esta argucia, queridos amigos, pude tener acceso esta misma mañana a una
reunión informal de Caifás con el Sanedrín y en la que, sin yo imaginarlo, Judas iba a ser uno
de los protagonistas...
Ismael hizo una pausa y tomando mis manos entre las suyas añadió:
-Y todo te lo debemos a ti, hermano Jasón. Que Dios, bendito sea su nombre, te bendiga.
En lo más profundo de mi ser empezó a brotar, sin embargo, una incómoda incertidumbre:
¿Qué era lo que había ocurrido aquella mañana en el templo? ¿Por qué Ismael agradecía tan
efusivamente mi idea de seguir a Judas?
-Una hora después de la tercia (hacia las diez de la mañana), como os decía, la casi totalidad
del Sanedrín se reunió en la sala de las piedras talladas. Durante un buen rato, los allí
congregados discutieron la naturaleza de los cargos contra Jesús y, especialmente, la forma del
prendimiento y la fórmula a seguir para conducirle hasta la autoridad romana y garantizar la
ejecución de la sentencia de muerte, Este último punto es el que todavía preocupa a Caifás y a
los escribas y fariseos. Saben que el procurador no es hombre fácil y no han terminado por
ponerse de acuerdo sobre los argumentos jurídicos que deben plantearle.
Según averiguó Ismael, la noche anterior -la del martes y mientras Jesús y sus discípulos
regresaban al campamento de Getsemaní-, el Sanedrín había vuelto a reunirse, analizando
aquel último discurso del Galileo en la explanada del templo. Todos -por unos u otros motivosratificaron las anteriores decisiones del Consejo, apremiando a Caifás para que procediera de
inmediato y sin más demoras al arresto de Jesús de Nazaret. Sospechando que el rabí de
Galilea no haría acto de presencia en el templo al día siguiente, miércoles, el sumo sacerdote y
los consejeros cursaron una nueva y más precisa orden a los levitas para que la captura tuviera
lugar antes del viernes. Sin embargo, una pregunta quedó flotando en el aire: ¿cómo prender al
impostor sin alterar a las masas y, sobre todo, sin provocar a la guarnición romana,
responsable del orden en Jerusalén? El grupo de los saduceos se mostró mucho más radical que
el de los escribas y fariseos: votaron por el asesinato del rabí. Sin embargo, los fariseos
rechazaron la propuesta por considerarla muy arriesgada.
-Dices que en la asamblea de esta mañana -interrumpí al saduceo- se han vuelto a exponer
los cargos contra el Maestro...
-Así es.
-¿Podrías concretármelos?
-Para los fariseos, los motivos son distintos a los de los saduceos. Aquellos se basan en lo
siguiente:
»Primero: temen a Jesús porque son muy conservadores y no desean que la gente les retire
su viejo prestigio como' maestros en religión".
»Segundo: sostienen que Jesús es un infractor de la Ley. Aseguran que ha violado el sábado
y otras muchas cerem