¿Por qué razón?
Porque la Luna, bajo la acción de la atracción te-rrestre, ha tomado la forma de un huevo,
que vemos por su extremo más pequeño. De aquí ha deducido Hansteen, cuyos cálculos son
siempre de trascendencia, que el centro de gravedad de la Luna está situado en el otro
hemisferio, y, por consiguiente, todas las masas de aire y agua han debido de ser arrastradas
al otro ex-tremo de nuestro satélite desde los primeros días de su creación.
¡Paradojas!
exclamó el desconocido.
¡No! Teorías que se apoyan en las leyes de la mecá-nica; y que me parecen difíciles de
refutar. Apelo al buen juicio de esta asamblea, y pido que ella diga si la vida, tal como
existe en la Tierra, es o no posible en la superficie de la Luna. Deseo que se vote esta
proposición.
La proposición obtuvo los aplausos unánimes de trescientos mil oyentes.
El adversario de Michel Ardan quería replicar, pero no pudo hacerse oír. Caía sobre él una
granizada de gri-tos y amenazas.
¡Basta! ¡Basta!
¡Fuera el intruso!
decían unos.
repetían otros.
¡Fuera! ¡Fuera! exclamaba la irritada muchedumbre. Pero él, firme, agarrado al estrado,
dejaba pasar sin moverse la tempestad, la cual hubiese tomado propor-ciones formidables,
si Michel Ardan no la hubiese apaci-guado con un ademán. Era de un carácter demasiado
ca-balleroso para abandonar a su contradictor en el apuro en que le veía.
¿Deseáis añadir algunas palabras?
le preguntó con la mayor cortesía.
¡Sí! ¡Ciento! ¡Mil! respondió el desconocido, con arrebato . Pero, no, me basta una
sola. Para perseverar en vuestro proyecto, es preciso que seáis...
¿Imprudente? ¿Cómo podéis tratarme así, sabien-do que he pedido una bala
cilíndrico cónica a mi amigo Barbicane, para no dar por el camino vueltas y revueltas
como una ardilla?
¡Desgraciado! ¡Al salir del cañón, la repercusión os hará pedazos!
Mi querido colega, acabáis de poner el dedo en la llaga, en la verdadera y única dificultad
por ahora; pero la buena opinion que tengo formada del genio industrial de los americanos
me permite creer que llegará a re-solverse...
¿Y el calor desarrollado por la velocidad del pro-yectil al atravesar las capas del aire?